EMPAQUETAR UNA VIDA

Ayer comenzó oficialmente mi retirada del expensático. Tengo mucha suerte y unos cuantos amigos forzudos se prestaron a ayudarme para desmontar muebles y transportarlos a su nuevo habitáculo (una gran habitación en la casa del pueblo de mi cuañado, ¡ufff! Al menos estarán a salvo). Anteriormente ya había estado yo empaquetando todas las pequeñas cosas que me habían acompañado durante estos últimos seis años: cuadros, vajilla, ollas, sartenes, sábanas, mantas, libros, discos y elementos varios de decoración.

Mientras trasladábamos cosas, de repente pensé que allí estaba mi vida: empaquetada.

Allí en Albero Bajo, a sólo diez minutillos de Huesketa se quedan empaquetados los últimos seis años de mi vida. Allí se quedan los recuerdos de noches de insomnio, días de resaca, días de incertidumbre, de miedos, pequeñas alegrías, amigos, amigas, amantes … Allí queda guardado el recuerdo de mi vano intento de crear un hogar, mi propio hogar.

No tengo la más remota idea de lo que me espera, pero no me inquieta.

He decidido hacer una pausa. Detener mi propio tiempo. Empezar de nuevo, pero no desde cero.

Aquél ático y yo siempre tuvimos una relación tortuosa, de amor-odio. Fue una simple casualidad, yo me acababa de ir de casa de mi novio y mis padres me habían recibido con los brazos abiertos, encantados de que por fin pusiera fin a aquella relación insana y descabellada. En mi ánimo de recomponer mi vida tras la hecatombe de un año completo de desgracias varias pensé que no quería regresar al hogar paterno, que quería ser independiente y buscarme la vida. Así surgió la idea de preguntar por el antiguo piso del portero del mismo edificio donde viven mis progenitores.

La negociación fue simple: un alquiler muy barato por un ático al que se accedía por escaleras desde el último piso a donde llegaba el ascensor. Con poca calefacción, poca luz y entrada por la cocina. Un ático con las mejores vistas de la ciudad pero con un baño del año del pum y una cocina cochambrosa. Sólo quise fijarme en las vistas que me ofrecía el balcón, era encantador.

Con la ayuda de mi padre que para entonces tenía una empresa de cocinas y baños, modifiqué la cocina y le puse un mejor aire al baño.

Recuerdo que me costó mucho dormir las primeras noches, allí solita, escuchaba ruidos por todas partes, todo sonaba a vacío y nunca dejó de sonar así.

Durante todos estos años me he sentido allí como si sólo estuviera de paso. De hecho ya llevaba un tiempo manejando la idea de buscar algo mejor, las preciosas vistas del balcón ya no compensaban los inviernos heladores ni el sin fin de mejoras necesarias que me rascaban el bolsillo todos los años. Cada vez que me pasaba algo triste o los nervios se me apoderaban, normalmente en invierno, me parapetaba en casa de mis padres hasta que se me ocurría alguna mejora, algo que cambiara la energía de aquel lugar. Hiciese lo que hiciese, nunca lo conseguí.

Parte de mi vida se queda empaquetada. Miro ahora esos paquetes y muebles desmontados como si pusiera mis ahorros en un fondo de inversión que espero crezca y me de beneficios que, de momento, son la promesa de la construcción de un nuevo hogar. De un hogar real, el mío.

Comentarios

Jarttita. ha dicho que…
Pero Pensaaaaaaaaaaaaaaaaaa!! Que no se van a quedar ahí para siempre, niña. Que unos mesecitos pueden quedarse allí de rechupete!!!

Ainssss, no nos dejan ser adultas:)
Lolíndir Palantír ha dicho que…
todo absolutamente todo tiene explicación, y ciuando el tiempo será maduro reconoceremos su significado. De paso o no, es el principio de una nueva etapa: segun los chinos esto es el año de la tigre..... a rugir sea dicho!
Allek ha dicho que…
maravilloso blog, me ha gustado
muchos abrazos para ti..
PENSADORA ha dicho que…
JARTITA: ¡y que no nos dejen nunca! (ser adultas, digo) yo prefiero ser adultera o adulterada... jejeje!

LOLINDIR: ¡¡¡UUUUHHHAAAARRRRGGGG!!!!

ALLEK: Bienvenido, ponte cómodo.

Saludicos!
SOMMER ha dicho que…
Un paso más en la vida...

A mi me parece un paso, al menos, interesante..

Besos

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