AMAR LA VIDA
Se habla y divaga mucho sobre el sentido de la vida y parece que éste sea unidireccional: la vida fluye en el sentido de la flecha de la muerte. Amar la vida tiene la desventaja de saber que inevitablemente, algún día, todo acabará. O al menos la conciencia de ese todo.
Con ese conocimiento no es difícil caer en la búsqueda continua de algo que temple la espera de lo único afirmable, rotundo e inamovible. De lo único que realmente no podemos conocer y que nos sitúa en la posición más vulnerable del humano. Porque ¿qué ser humano no le teme a su propio final?.
Resulta curioso que todo ser vivo, cada uno a su manera, busca siempre las mejores condiciones para la supervivencia. Y el humano en su magnificencia no sólo mejora su búsqueda de mejores condiciones vitales, sino también el conocimiento de las condiciones allá donde el conocimiento no alcanza.
He descubierto que existen cursos para prepararse la propia extinción e incluso libros de autoayuda para sobrellevar la espera durante una enfermedad terminal o durante la vejez. Pero mientras tanto, los que sufrimos escepticismo severo, luchamos como podemos contra la angustia ante lo único cierto e implacablemente futurible de nuestras vidas. Quizá sea mejor así, porque ésta es la manera de amar la vida: saber con seguridad que algún día ya no la tendremos.
Comentarios
En las ciudades y pueblos los cementerios los alejamos no solo de las zonas habitadas sino a ser posible de la vista.
Es dificíl ver la muerte a la cara,reconocerla y aceptarla.precisamente porque cuando no la ocultamos la banalizamos.
un abrazo¡¡
un abrazo
:)