CUMPLIENDO SUEÑOS: Sigur Rós en directo
Pensaba que nunca cumpliría mi sueño, pues los Sres. Rós llevaban mucho tiempo sin hacer disco, ni gira, ni ná. Temía por su disolución y aunque dejaban legado suficiente como para satisfacer mi apetito, me penaba la idea de no tener la oportunidad de disfrutarles en vivo. Una pena que mi única oportunidad se diera lugar en un festival veraniego lleno de niños y niñas bailongos que no entendían, ni sabían y mucho menos querían entender o disfrutar del pedazo de espectáculo celestial que ofrece el mejor grupo post-rock que se conozca hasta ahora.
La llegada al recinto ya me colocó en mi sitio y me dejó claro que aquello no iba a ser tal como yo lo había deseado: una larga cola para conseguir que me colocaran una pulsera estilo res recién adquirida me atrajo a la realidad de lo que supone un festival joven en su segunda edición.
El concierto comenzó cuando aún me encontraba en la cola de acceso a los escasos urinarios dispuestos para la ocasión. Tuve que aguantarme las ganas y correr hacia el escenario rodeado de chavales y chavalas que no se enteraban de la misa la mitad y que no dejaron de hablar entre ellos o con sus móviles. Una falta de respeto que finalmente atajé con mi amable sonrisa y un “por favor, o escucháis u os vais pa’tras”, entonces pude disfrutar del buen hacer de los islandeses estos que me hacen perder el oremus con sus “ruiditos” y falsetes de tal buen gusto que hacen querer volar.
Las ganas de visitar el excusado me acuciaban y no me quedó más remedio que regresar a la cola desde la que escuchaba el concierto perfectamente, con la mala pero buena suerte de que justo comenzaron los primeros acordes de la sin par “Hopippolla”. Tuve que echar a correr otra vez y, aunque parezca raro, fue el mejor rato de la velada: la sensación del viento mientras corría hacia el escenario con los magníficos Sigur Rós poniendo la banda sonora de semejante escena.
Finalmente, conseguí satisfacer mi necesidad humana mientras escuchaba “Glósoli” y entonces mi regreso al frontal del escenario fue más calmo, saboreando cada paso al ritmo de estos señores que se merecen mi absoluto respeto y que prometo volver a contemplar cuando otra mejor ocasión se presente.
Sigur Rós no es grupo para programar en un festival. Es un grupo que se debe considerar “de culto” y como tal, necesita de un mejor recinto y más aún de un mejor público.
Las fotos pertenecen a ricardofeiticeira.org y están compartidas desde flikr.
Comentarios
Aunque mi disfrute se vió empañado por el ambiente festivalero extraño para mí que maleaba la atmósfera, la elegancia y buen gusto de los Rós les sube casi casi a la estratosfera celestial.
Por cierto, también disfruté y baile el resto del festival.