Montañera
Caminaba contenta disfrutando de uno de los pocos días soleados y cálidos que nos va ofreciendo esta excéntrica primavera que parece no llegar, cuando al mirar atrás se abrió ante mí una amplísima vista de ese Pirineo que este año aún viste de blanco y gris tan elegante como es él.
Entonces ocurrió, como tantas otras veces, que una ola de calor me recorrió del estómago al pecho con ese mariposeo que todos conocemos de cuando nos enamoramos. Me re-enamoré.
Al rato, una compañera me hablaba sobre la dureza de las actividades montañeras y, ante mis argumentos basados en sensaciones y emociones ligadas a la montaña, contestó: “es que tú eres montañera”. No contesté pues nunca me lo he considerado, pero al rato pensé que si ser montañera significa sentir semejante amor por las montañas… sí, soy montañera.
Comentarios
Cuando le explicaba a tu señora todo eso, me dijo "ya te entiendo, David siente lo mismo".
¡Que tontitos! jejeje
Un abrazo.