El lobo y la proletaria
Los excesos siempre llaman la atención. Así me ocurrió al ver por primera vez el
trailer de la película titulada “El Lobo de Wall Street”, se me despertó el
impulso de comprobar cuán opulenta puede ser la vida de aquellos que nadan en
el exceso.
Mientras visionaba semejante puesta en escena de unos hechos
supuestamente reales, me embargaban extraños sentimientos contradictorios
intentando comparar o incluso comprender cómo viven esos seres que en la
pantalla una entiende irreales pero en la conciencia sabe tan reales como un
pellizco. Poco a poco, con el desarrollo
de distintas escenas y disfrutando de la decadencia del personaje que no pude
evitar comparar con muchos de los señores y señoras que engordan sus bolsillos
con los impuestos que pago de el sudor de mis manos, me fui aposentando en mi
lugar de proletaria.
Me gustó (y mucho) la película, lo admito. Me encantó lo descarado de la narración que
aunque a algunos les haya resultado salvaje, a mi me ha resultado incluso
benevolente con la realidad que imagino para personajes como aquellos. Sin embargo, no pude evitar un cierto grado de
tristeza a la salida del cine pues dudo que al final semejante empacho de
frivolidad pueda hacer feliz a nadie.
Comparando, prefiero mi dulce y sencilla vida proletaria.
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