VALOR AÑADIDO

Con la liberación femenina, son muchos los logros conseguidos: el derecho a votar, estudios y trabajo en igualdad con el hombre (excepto el asunto salarial, pero no es esto lo que me ocupa) e igualdad sexual. Pero ¿hasta dónde nuestra liberación sexual está resultando beneficiosa para nosotras?.
Por propia experiencia y con algo de trabajo de observación he llegado a la conclusión de que nuestra liberación sexual está traspasando unos límites que para nada considero beneficiosos. El hombre que antaño se las veía y deseaba para obtener los “favores” de una mujer, hoy en día es consciente de que ya no es necesario un arduo trabajo para conseguir su objetivo y así se está perdiendo el respeto a la mujer que, a pesar de estar liberada, sigue siendo lo que es, con unas necesidades diferentes (o quizá complementarias en realidad) a las de el hombre que en la actualidad muy difícilmente consigue satisfacer.
A veces dudo si será cuestión de la edad, pero observo que ocurre en todas las franjas de edad y no es sólo una cuestión personal, sino social. Somos muchas las mujeres que nos quedamos sorprendidas al ver la rapidez con que nuestros compañeros “enfundan sus armas” tras un contacto sexual dejando el resto del juego inconcluso, sin prestar ese “valor añadido” que las mujeres, aún sin necesidad de estar envueltas en una relación estable, nunca dejaremos de reclamar pues esto es algo que va en nuestra condición más emocional que puramente sexual. Así, me da la sensación de que empieza a ser muy poca la diferencia que nos separa de otras mujeres que obtienen un beneficio monetario por hacer exactamente lo mismo que nosotras y se me ocurre que como se nos suban los humos y nuestras alocadas hormonas decidan empezar a ejercer otra función, terminaremos viéndonos obligadas a traducir ese “valor añadido” que solicitamos en forma de billete de cien euros (como mínimo) en la mesilla, manera en la que, al menos, nos satisfaremos con algún modelito, que no es lo mismo que un simple abrazo de buenos días, una llamada o sms de recuerdo de que valió la pena pero, por desgracia, parece que estos simples (y baratos) gestos de cortesía han pasado de moda dejando sitio a la frialdad de un “me voy” aderezado con vanas excusas que sólo dejan entrever miedo al compromiso o la falta de educación e información de algunos.
No quisiera culpabilizar a nadie y siempre he sido de la opinión de que no se pueden imponer culpabilidades por cuestión de género. Yo creo más en las personas y por lo tanto, yendo más allá de la visión personal, entiendo que es normal un cierto desbarajuste o desconcierto en una sociedad en plena evolución. En pocos años hemos pasado de la necesidad del matrimonio para tener vida sexual al despiporre total pues, como me dijo un amigo: “hoy en día todas follan” cosa cierta y buena, pero, señores, hagámoslo poniendo un poquito de “valor añadido” y quedémonos satisfechos todos.
Comentarios
Pero por supuesto, exactamente en lo que al tema sexual se refiere. En el resto, admitamos que el feminismo, en su momento, ayudó mucho. No confundamos términos.
Bienvenido Pablo, sólo deciros a Pez y a tí que en parte tenéis razón, pero sólo en parte. No estoy apetente de extenderme en el tema del feminismo más que nada porque no soy muy docta en la materia, pero habría muchíiiiisimo que discutir y argumentar, esto de "hombres y mujeres" siempre trae mucha miga.
En fin... ¡por fin viernes!
Salud!
Si observo las emociones que me invaden cuando hago el amor con una relación vacía y las sensaciones que tengo después de hacerlo con alguien único para mí me queda un resto: eso que llamamos Amor y que quizás tú has llamado "valor añadido".
No está en la dificultad de encontrar el resultado, sino en querer mirar a los ojos de la persona con la que compartimos cama.
Gracias, como siempre, por hacerme pensar
Besos