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Mostrando entradas de enero, 2019

El postureo motivador

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Suelo burlarme de esa gente que me encuentro por el monte ataviada de cabeza a punta de dedo gordo con el último grito en equipo de Trail, la cámara en la cabeza como si fuera un frontal y el palo de selfie con el móvil en la otra mano.   A parte de resultar una imagen la mar de cómica y ridícula, lo cierto es que semejante despliegue también tiene su peligro pues no es lo mismo correr por el parque que en una cresta a tres mil metros de altitud con un abismo de unos quinientos metros bajo los pies (imagen habitual en el archifamoso “Paso de Mahoma” en el Aneto). Sin embargo, he de admitir que, una vez finalizada una actividad, resulta gratificante compartir el logro.   Es más, el hecho de pensarlo mientras una está currándose una montaña o mientras suda la gota gorda corriendo, da fuerzas y ganas de continuar.   Lo mismo que pensar en un buen chuletón y en una jarra de medio de cerveza.

El año del no-blog

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Abro este abandonado blog mío y casi me da vergüenza el tremendo abandono en que le dejé durante el recién finiquitado 2018.   Y eso que empecé bien, duplicando las entradas del primer mes del año respecto al año anterior y con la firme intención de celebrar el décimo aniversario de su creación.   Nada. No voy a hacer propósito de enmienda.   No voy a prometer lo que dudo mucho pueda cumplir. Pero aquí estoy, no quiero abandonar ni cerrar esta ventana que tantas satisfacciones me dio. Doy la bienvenida a 2019 dejando atrás un 2018 que me dio grandes satisfacciones.   Ahora sólo me queda un poco de pena por no haber escrito, como hacía antes, un poco sobre cada filosofada pensada, cada montaña recorrida, cada viaje, cada concierto disfrutado y cada logro conseguido. Venga, un resumen rápido: Filosofé sobre muchas cosas, planteándome la vida desde mi nueva triste posición de madre frustrada echando de menos al hijo que no tendré, cosa sobre la que me cuesta escribir….