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Mostrando entradas de 2014

Chin-Chin

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Ha sido un año rápido.   Ha sido un año tan emocionante y veloz, que casi me parece que todavía no ha pasado cuando ya me encuentro presta a despedirle. Queridos Internautas, pasen ustedes una feliz noche que sea resumen de todo lo bueno que se lleven del caduco 2014 y pasen también un hermoso día de mañana como preludio de un 2015 claro y sereno. Palabra de Pensadora.

El ataque de las "marujo-nurses"

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Llego al Centro de Salud unos diez minutos antes de que comiencen las extracciones tal como me aconsejó mi médico y mi propia experiencia de muchos años dicta.  Hay poca gente y me siento a esperar volante en mano mientras contemplo cómo las marujo-nurses con sus peinados de peluquería y sus relojes y pulseras de oro entran, salen, van y vienen atendiendo a una criatura de unos once años que tiene miedo a las agujas. Me llaman.  Atravieso la sala infestada de marujo-nurses moviéndose de un lado a otro.  Veo un espacio medio vacío que supongo será donde debo colocarme: una silla con una diminuta mesa preparada para la sangría,  separada por un biombo del otro cubículo donde se encuentra la niña rodeada de señoras de bata blanca hablando muy (demasiado) alto y convirtiendo el lugar en un gallinero donde es imposible que una niña y no digamos una adulta, se puedan relajar.  En estas aparece una marujo-nurse desde detrás del biombo,  doy por sentado que será la persona que me p

Sidonie - Nuestro Baile del Viernes

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Esta la bailaré mañana...

Cajón maldito

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El viento del norte, ese cierzo traidor y agotador que se inmisculle en todas las conversaciones y congela intenciones, resuena contra las paredes del edificio como si las sembradoras que trabajan estos días en el campo se estamparan contra la ciudad.  Casi no se oye el despertador, pero ahí está, dando mal y recordando que hoy es día de trabajar así que arriba los corazones. Me desperezo pegando la nariz a la ventana a ver si por alguna casualidad extraña el viento es más caliente que ayer pero casi se me duerme el olfato y las banderas del edificio de enfrente siguen ondeando orgullosas desplegadas en máximo esplendor.  Definitivamente hace frío.  Habrá que abrir el cajón maldito. Bufandas, gorros y guantes me saludan sonriendo con sorna a sabiendas de que les tengo sólo por cuestión de salud y nunca por gusto.  Saco el único gorro que aún medio me sienta bien, los guantes de piel que pronto habrá que jubilar y la bufanda de lana negra.  Salgo a la calle maldiciendo

Imogen Heap - Run-Time

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¡¡A bailar que es viernes!!  

Fechas

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De repente un día una puede encontrarse hablando de fechas pasadas como los profes de historia.  Como esas clases sobre la Guerra Mundial que, de niña, parecían allá a lo lejos cuando apenas habían pasado cuatro décadas.  En mil novecientos cuarenta y cinco yo no había nacido, pero en mil novecientos ochenta y cinco ya estudiaba historia y en mil novecientos noventa y cinco empezaba a trabajar.  Una puede sentirse importante ante la idea de haber vivido ya tantas fechas distintas y lejanas pero no sé si eso es bueno o malo. ¡Jo con la crisis decenal! 

Cenizos

No soy muy amiga de la caridad pero sin embargo, sí lo soy de la humanidad y gusto de echar una mano en aquello que pueda porque o bien me afecte directamente o porque crea pueda funcionar. Me ocurre que he leído o escuchado alguna crítica hacia esos pequeños gestos que los ciudadanitos de a pie solemos realizar cuando alguna asociación, agrupación o fundación se presta a lanzar alguna campaña de ayuda.  Son críticas realizadas en busca de la comparativa con el sin fin de aberraciones que estamos presenciando desde el principio de la crisis, como si los esfuerzos dirigidos a otras causas que no sean manifestarse por la salud o educación pública fueran en vano o sólo se tratara frivolidades pasajeras de señoras que gustan vestir de rosa o señores que fardan de africanito apadrinado. Me resulta gracioso que estas críticas suelen proceder de personas aparentemente cultas y estudiadas.  Personas grises y cenizas que nunca ven un mínimo de bueno en las cosas.  Gente de la que s

La tormenta perfecta

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Me permito parafrasear el nombre de la película porque me parece la mejor manera de monitorizar la idea que me corre por el órgano gris.  Son muchas las veces en que, como humanitos, nos tenemos que enfrentar a distintas crisis.  Depende del momento y de la propia crisis, podremos enfrentarnos o intentar escapar.  En los casos de crisis existenciales, se me ocurre que a lo mejor y dependiendo del momento que se viva, si uno se encuentra fuerte, sería oportuno enfrentarse como si se tratara de una tormenta: sin luchar, sin huir, sin revolverse.  Sólo atarse al mástil y dejar que la tormenta nos envista con toda su fuerza para mirarla desde dentro y permitir que deje su huella en nosotros, una huella que nos recuerde que ya pasó y aquí estamos.

Pokhara

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La capital de los Annapurnas nos recibió lluviosa y antipática.  Sin las ansiadas vistas de los ochomiles cercanos y con un chófer que no llegaba.  Pero todo pasó, la tarde se aclaró y la cordillera nos sonrió a lo lejos sin dejarse fotografiar pero sí imaginar blanca como las nubes con las que casi le confundimos.  Sin embargo, no fueron las montañas sino el agua y el atardecer lo que nos situó en este lugar donde quien más quien menos viene en busca de montañas y zen, cosas que se encuentran con sólo rozar el pie contra la tierra. Cruzar el lago Phewa mientras el sagrado Machapuchare se reflejaba en sus aguas nos dio el sosiego necesario para emprender el corto ascenso hasta la Pagoda de la Paz Mundial donde celebramos el cumpleaños de Budha rodeando la Pagoda y saludando sus esfinges con un gesto de cabeza que nadie nos enseñó. Quisimos apreciar la inmensidad de Annapurnas, Dhaulagiri y Manaslu allá en Sarangkot al amanecer como manda la lógica nepalí, pero

El hípster y la abuela cebolleta

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Ayer durante mi habitual actividad montañera, comenzamos a divagar con mis compañeros trekkineros sobre las modas actuales y en específico sobre la moda hípster que, si bien tiene una profunda y real connotación cultural con origen en los años 40 del siglo pasado, lo cierto es que se conoce más como una corriente modal que se materializa en camisas a cuadros, y largas barbas en el caso de los hombres. En esas andábamos cuando aquí la abuela cebolleta tuvo una revelación extrasensorial que me ha llevado a profundizar en los anales de la historia musical en busca de los primeros hípster modernos.  Y los he encontrado… Me dirán ustedes si no hay parecido entre la foto de cabecera y esta última.  Para que luego se piensen que han inventado algo. Ala! Una cancioncita para levantar la semana…

¿Algo que declarar?

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El otro día escuché los lloros de un renegado del watsapp y las redes sociales.  Dejando a parte la libre elección de cada cual, no puedo evitar preguntarme si tanta excusa del tipo “no quiero que me controlen” tiene más que ver con la inseguridad y el miedo a dejarse ver que una verdadera cuestión de moral o búsqueda de libertad.  Como quien lleva algo en la maleta que no quiere declarar.

Mi primera carrera popular

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Ver a Bonito del Norte vestido de rosa era como ver un tocinito volando, pero ahí estaba él, uno más de las mil quinientas personas que nos íbamos situando en la salida que nos habían preparado.  Con sus hinchables, como en la tele. Me dediqué a mirar alrededor mientras Cuñado y Bonito del Norte (a partir de ahora: “guardaespaldas”) buscaban posición.  Me fijé en los culos más gordos que el mío pensando que esos serían los que en seguida adelantaría, me fijé en los culos mucho más delgados que el mío pensando que serían esos los que pronto me adelantarían y sobre todo me fijé en los culos más estrechos que el mío pues esos serían a los que yo seguiría.  Así hasta que dieron la salida y aquello se convirtió en un extraño desfile de panteras rosa recorriendo las calles más antiguas de la ciudad. Durante esos primeros minutos vi como los culos más gordos, más delgados y más estrechos (es decir, todo el mundo) me adelantaban, excepto los de mis guardaespaldas que al cabo

Una época, un momento... una canción: "They dance alone"

No soy muy amiga de los músicos evangelistas esos que utilizan su influencia para convencer incautos durante sus conciertos,  porque cuando pago un directo me gusta disfrutar de lo que he venido a escuchar y no las disertaciones políticas de nadie, que para eso ya tengo el noticiario tres veces al día.  Tampoco me gustan porque me da la sensación que aprovechan momentos de sensibilidad y euforia colectiva durante los cuales las personas son capaces de creerse cualquier cosa en una especie de “efecto flautista de Hamelin”. Sin embargo, en el caso de Sting, he de admitir que la elegancia de su música al clamar según qué cosas como en la canción que dedicó a las madres de la plaza de mayo, me suele seducir y relajar… como pensando que hay alguien que, aunque no soluciona: apoya, que ya es bastante. Recuerdo ser una adolescente cuando esta canción salió y también recuerdo que, tal como siempre hacía entonces con las canciones que me gustaban, al traducirla, me impactó. Incluso

El Valle de Langtang

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Sitares y Tablás resonaban lejanos cuando un nuevo bache me trajo a la realidad del minúsculo espacio que ocupaba mi gran cuerpo en el autobús que, plagado de turistas, guías y porteadores, serpenteaba por las faldas de las montañas.  Había conseguido dormir un poquito a pesar de la música que ahora retronaba en mi cabeza ubicada justo al lado de un bafle de la época de la última visita de los Beatles al Nepal.   Todas las incomodidades fueron olvidadas cuando recordé que por fin iba a culminar mi objetivo final en Nepal: pisar el Himalaya. Elegí el Valle de Langtang por ser uno de los menos visitados y por su cercanía al Tíbet, albergando varios asentamientos de refugiados tibetanos que sabía le concederían al trekking por estas tierras ese ambiente que tanto me recordó a aquellos libros del Lama Lobsang Rampa que devoré en mi juventud. ¡Que ilusión caminar a través de la cordillera más alta y extensa del mundo! Cruzar puentes colgados sobre profundas gargantas

Si yo fuera...

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Si yo fuera un ANIMAL me parecería a un gatito pulcro y reservado, mimoso y juguetón de esos asustadizos capaces de sacar las uñas con una CANCIÓN pero nunca con aquel “Me tienes contenta” que Pastora (El grupo barcelonés, no la Soler) sacó hace años y que aunque no es mi tipo de música sí es una canción que me identifica:      Un guión de cine es un LIBRO que contiene no sólo prosa sino también acción. Ambas cosas unidas con una trama de tragicomedia podrían tranquilamente resumir mi vida hasta hoy día en que cualquiera podría verme como un COCHE o más bien un monovolumen. Un Mercedes-Benz Viano Fun 4x4, por ejemplo, preparado en cualquier situación como una PRENDA DE VESTIR negra, pongamos un vestido, que sirve para cualquier ocasión sólo con cambiar de zapatos y peinado.  Un ARBOL como un roble, fuerte y estable pero flexible y maternal es el que me imagino cuando observo del CUADRO “El árbol de la vida” de Gustav Klimt con ese abrazo del que nunca me quisi

Una época, un momento… una canción: “New sensation”

1988. Finalizando la década de los ochentas mis hermanos alimentaban mi pre-adolescencia cada uno a su manera.  Heredando pantalones a cuadros y cazadoras con hombreras de mi hermana.  Escuchando una y otra vez las canciones que mi hermano grababa en VHS desde la MTV de la tele de casa de alguno de sus amigos. Fue entonces cuando mi melomanía nació empezando por Guns ‘n Roses pero pasando también inevitablemente por Queen, Euritmics o ¡cómo no!, los INXS que tanto he echado y echaré de menos… Me encantaba el vídeo de “New sensation”, rítimico, bailón y moderno, con un Michael Hutchence sexy como si su triste final nunca fuera a llegar.  Acaba de sonar en la radio y el pie se me ha empezado a menear mientras tarareaba “new sensation ¡right now!” como preludio de una nueva sensación que está presta a comenzar. ¡Que mal me está sentando la viejera!

La maleta

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Siempre tengo miedo de que me pierdan las maletas.  Imagino cómo solucionaría mis vacaciones si en un vuelo tonto mis maletas llegaran a Toronto en lugar de ir a Fez, por ejemplo.  Nada es totalmente necesario y todo lo que cabe un una maleta puede ser sustituido o repuesto ¿verdad?.  Lo cierto es que sí, pero todo, como siempre, tiene “un pero”. Al abrir el maletero me fijé en mi mochila de montaña y decidí que la subiría al piso junto con la maleta y así tendría todo a mano para mañana, tanto si había monte como si había ciudad.  A la vez que lo pensaba, un frío me recorrió la columna y miré hacia Bonito del Norte esperando una confirmación de mi temor.  No hablaba, sólo estaba blanco mirando el maletero como quien divisa un fantasma.  Entonces pregunté “¿y mi maleta?”.  Mi maleta se había quedado cerrada y preparada encima de la cama. Intenté ser racional, ya nada se podía hacer.  La maleta no iba a venir sola y tampoco podíamos comprometer nuestro fin de semana por

Respeta a tus mayores

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Desde que me estoy acercando inexorablemente a la madurez, observo más a mis mayores que sin querer me hacen a mí misma cada vez más mayor.  Tengo una manía muy fea de intentar adivinar el futuro y en esas me encuentro observando a mi madre para intentar imaginar cómo seré yo de aquí a tan solo treinta años. En mis observaciones he notado algo de lo que no me había percatado y es la falta de respeto que tenemos hoy en día a nuestros mayores.  Dándoles prisa en la carretera, riéndonos de ellos en sus vacaciones de IMSERSO, quejándonos de su lentitud en el súper… Resulta, Señoras y Señores que todos, sin excepción, todos y cada uno de nosotros llegaremos algún día (si no nos pasa nada antes) a viejos.  Y todos, sin excepción, desearemos respeto y cariño para esos últimos años.  Así que, Señoras y Señores, respeten a sus mayores y cuando se les pase por la cabeza reírse de ellos, abandonarlos, pasar, no entenderles, no cuidarles o no abrazarles, recuerden que ellos son el

Katmandú

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Hoy cierro los ojos y lo primero que me viene a la memoria es la canción de “Fleet Foxes” que sonaba en mis auriculares del avión que daba bandazos mientras intentaba aterrizar atravesando montañas y tormentas.  Respiraba profundo y apretaba la mano de Bonito del Norte como si en lugar de estar llegando a un exótico destino, estuviera pariendo sin epidural. Si vuelvo a cerrar los ojos vienen los olores: mezcla de especies, incienso y mierda porque de esa hay mucha por todas partes y la llamo por ese nombre porque es el que realmente define a la inmundicia que campa a sus anchas en cuanto uno se desvía un poco del turístico barrio de Thamel o de los templos budistas o hinduistas.  Sin embargo, uno se acostumbra rápido a oler mal porque todo huele igual aquí, incluso los turistas nos impregnamos rápidamente de un hedor que sólo volvemos a distinguir como ajeno al regreso al hogar que no admite semejante tufo.  Luego ya puedo centrarme en el bullicio, el desorden, el caos que