Cajón maldito
El viento del norte, ese cierzo traidor y agotador que se
inmisculle en todas las conversaciones y congela intenciones, resuena contra
las paredes del edificio como si las sembradoras que trabajan estos días en el
campo se estamparan contra la ciudad. Casi
no se oye el despertador, pero ahí está, dando mal y recordando que hoy es día
de trabajar así que arriba los corazones.
Me desperezo pegando la nariz a la ventana a ver si por
alguna casualidad extraña el viento es más caliente que ayer pero casi se me
duerme el olfato y las banderas del edificio de enfrente siguen ondeando
orgullosas desplegadas en máximo esplendor.
Definitivamente hace frío. Habrá
que abrir el cajón maldito.
Bufandas, gorros y guantes me saludan sonriendo con sorna a
sabiendas de que les tengo sólo por cuestión de salud y nunca por gusto. Saco el único gorro que aún medio me sienta
bien, los guantes de piel que pronto habrá que jubilar y la bufanda de lana
negra. Salgo a la calle maldiciendo los
cinco kilos de más que tendré que transportar sobre mí los próximos meses y
pienso que ya tengo ganas de volver a cerrar ese maldito cajón que apenas acabo
de abrir.
Comentarios
Que no... que me gusta el verano pero no cambiría de estación.
Salú compañera de paseos
POL, tú no cuentas que llevas el "poletex" de serie jijiji ;)
Tú me entiendes SILVIA.
PASEANTE yo también, como buena amante del "punto medio" y cero extremos, soy más de entretiempos.
Salud y orujo que corran para todos y toda!!!