CONCIERTO CON ACIERTO (o ¿para qué vas si ya te lo sabes?)

Con esto del pirateo musical, los músicos han tenido que ponerse las pilas y salir de los estudios de grabación y locales de ensayo para dar más directos y así compensar las pérdidas del bajón de la venta de discos.
Hasta aquí bien. Yo encantada. Soy de la opinión de que la mejor manera de descubrir un grupo de música es escuchándoles en directo y también soy de la opinión de que para eso son los conciertos: para que el público tengamos la oportunidad de constatar las habilidades de aquellos que nos presentan su arte para, entonces, emitir un veredicto y decidir si son merecedores de los cuartos que tanto sudor nos ha costado conseguir.
Bueno, esto es lo que yo creía hasta que tras varias propuestas fallidas de asistencia a diferentes conciertos me he encontrado con negativas variadas pero con un único motivo: “es que no los conozco” y una variante muy común: “es que no me sé ninguna canción”.
Y yo me pregunto, entonces, ¿para qué va la gente a los conciertos?. Parece ser que, actualmente, el final primordial en un concierto es corear a viva voz las canciones o intentar conseguir un autógrafo del/los artista/s. Y me parece una cosa un poco tonta (por no decir directamente: una tontería).
Antaño la música se escuchaba en directo porque no existían aparatos de grabación, con lo cual, la finalidad de un músico era que se le escuchara y por lo tanto, valorara. Con la modernidad de las grabaciones tenemos la oportunidad de escuchar la música que ha sido grabada y retocada en un estudio. Esto nos permite disfrutar de la música que nos plazca cuando lo deseemos, pero le resta naturalidad a algo que no deja de ser un arte que merece ser contemplada en todo su esplendor. Este esplendor sólo es reconocible a través del directo, de un concierto.
Mediante un concierto todos ganamos. El artista se gana el pan con su caché y además se lleva propina si consigue convencerme de sus habilidades y por lo tanto le recompenso con la compra de su grabación y yo gano el buen sabor de una jornada de arte escénico. Al fin y al cabo, el concierto es la muestra de que, efectivamente, el músico es músico y es él quien produce las notas que a mí me emocionan, no una combinación de retoques de estudio.
En mi opinión, no es necesario conocer mucho al grupo o artista que se va a ver, ni tampoco saberse sus canciones al dedillo porque lo más placentero de un buen directo es la sorpresa y la calidad, como cuando ves un cuadro por primera vez y te gusta.
Así que amigos internautas: “no deja de ser un acierto asistir a un concierto” (aunque no te sepas las canciones).
Mientras recapacitáis por lo expuesto, yo, como no podía ser de otra manera, me voy a un concierto (de VetustaMorla y no me sé ninguna canción).
Hasta aquí bien. Yo encantada. Soy de la opinión de que la mejor manera de descubrir un grupo de música es escuchándoles en directo y también soy de la opinión de que para eso son los conciertos: para que el público tengamos la oportunidad de constatar las habilidades de aquellos que nos presentan su arte para, entonces, emitir un veredicto y decidir si son merecedores de los cuartos que tanto sudor nos ha costado conseguir.
Bueno, esto es lo que yo creía hasta que tras varias propuestas fallidas de asistencia a diferentes conciertos me he encontrado con negativas variadas pero con un único motivo: “es que no los conozco” y una variante muy común: “es que no me sé ninguna canción”.
Y yo me pregunto, entonces, ¿para qué va la gente a los conciertos?. Parece ser que, actualmente, el final primordial en un concierto es corear a viva voz las canciones o intentar conseguir un autógrafo del/los artista/s. Y me parece una cosa un poco tonta (por no decir directamente: una tontería).
Antaño la música se escuchaba en directo porque no existían aparatos de grabación, con lo cual, la finalidad de un músico era que se le escuchara y por lo tanto, valorara. Con la modernidad de las grabaciones tenemos la oportunidad de escuchar la música que ha sido grabada y retocada en un estudio. Esto nos permite disfrutar de la música que nos plazca cuando lo deseemos, pero le resta naturalidad a algo que no deja de ser un arte que merece ser contemplada en todo su esplendor. Este esplendor sólo es reconocible a través del directo, de un concierto.
Mediante un concierto todos ganamos. El artista se gana el pan con su caché y además se lleva propina si consigue convencerme de sus habilidades y por lo tanto le recompenso con la compra de su grabación y yo gano el buen sabor de una jornada de arte escénico. Al fin y al cabo, el concierto es la muestra de que, efectivamente, el músico es músico y es él quien produce las notas que a mí me emocionan, no una combinación de retoques de estudio.
En mi opinión, no es necesario conocer mucho al grupo o artista que se va a ver, ni tampoco saberse sus canciones al dedillo porque lo más placentero de un buen directo es la sorpresa y la calidad, como cuando ves un cuadro por primera vez y te gusta.
Así que amigos internautas: “no deja de ser un acierto asistir a un concierto” (aunque no te sepas las canciones).
Mientras recapacitáis por lo expuesto, yo, como no podía ser de otra manera, me voy a un concierto (de VetustaMorla y no me sé ninguna canción).
Comentarios
A pasarlo bien!
Una curiosidad: en muchos conciertos, al salir, puedes comprarte camisetas y demás parafernalia. Pero no los CDs (yo al menos he estado en un par de conciertos de estos). Y es que hay grupos que ganan más pasta por vender camisetas que CDs (AC/DC, Metallica...).