EL EJECUTIVO IBERICO
Como el jamón o la longaniza, aquí en la península ibérica tenemos el placer de conservar una especie endémica de lo más especial: el “Ejecutivo Ibérico”.
Este personaje es muy fácilmente reconocible por sus trajes chaqueta de una talla más o una talla menos de su talla real y sobre todo por llevar siempre el móvil colgado al cinturón con una de esas ridículas fundas, porque le han dicho que llevarlo en el bolsillo produce infertilidad, impotencia o ambas a la vez. Además suele pensar que si se ve que lleva móvil, esto aumentará su importancia. Se trata del típico energúmeno que nunca apaga el dichoso aparato durante una reunión y que, a mitad, lo coge, le llamen o no y en voz muy alta para que quede claro que en su empresa no pueden vivir sin él. Eso sí, sale fuera de la sala para hablar y luego vuelve a entrar con cara de preocupación demostrando así su absoluta entrega a su labor ejecutiva.
El ejecutivo ibérico aprovecha las horas de “cofee break” para seguir atormentando a su secretaria y dando voces de lo estresante y duro que es su trabajo, para que quede muy claro que el traje de armani (por muy mal que le quede) está bien merecido y ganado a pulso. También suele aprovechar las comidas de negocios con otros “homónimos” del sector para “tantear” terreno y saber si él es el único que siempre sale tarde de trabajar y que tiene la mesa a rebosar de problemas sin solucionar.
Así veo yo a muchos de mis compañeros de profesión y mucho me temo que este comportamiento es habitual en todos los sectores de la industria (sea cual sea) española. Parece como si fueras mejor trabajador y más importante cuanto más cantidad de llamadas telefónicas atiendas, cuanto más estresado parezcas ( o realmente estés) y la cantidad de horas que pases en tu puesto de trabajo cuando, en realidad, al menos para mí, lo realmente importante es la efectividad del trabajo. Es más, a mí me resulta mucho más importante y profesional aquel señor (o señora) que con un ritmo normal, entra a una reunión, saluda educadamente, apaga el móvil, se sienta y escucha atentamente lo que le van a contar, participa, se levanta, comparte un café cordial, una exquisita comida compartiendo opiniones varias sobre su trabajo y al volver a su despacho comprueba que todo el mundo ha hecho lo que debía durante su ausencia.
Porque en mi opinión de “ejecutiva de provincia” no es mejor trabajador el que más horas pasa en su puesto, ni el que más llamadas tontas atiende, sino aquel que sale a su hora con el trabajo terminado y bien hecho.
Este personaje es muy fácilmente reconocible por sus trajes chaqueta de una talla más o una talla menos de su talla real y sobre todo por llevar siempre el móvil colgado al cinturón con una de esas ridículas fundas, porque le han dicho que llevarlo en el bolsillo produce infertilidad, impotencia o ambas a la vez. Además suele pensar que si se ve que lleva móvil, esto aumentará su importancia. Se trata del típico energúmeno que nunca apaga el dichoso aparato durante una reunión y que, a mitad, lo coge, le llamen o no y en voz muy alta para que quede claro que en su empresa no pueden vivir sin él. Eso sí, sale fuera de la sala para hablar y luego vuelve a entrar con cara de preocupación demostrando así su absoluta entrega a su labor ejecutiva.
El ejecutivo ibérico aprovecha las horas de “cofee break” para seguir atormentando a su secretaria y dando voces de lo estresante y duro que es su trabajo, para que quede muy claro que el traje de armani (por muy mal que le quede) está bien merecido y ganado a pulso. También suele aprovechar las comidas de negocios con otros “homónimos” del sector para “tantear” terreno y saber si él es el único que siempre sale tarde de trabajar y que tiene la mesa a rebosar de problemas sin solucionar.
Así veo yo a muchos de mis compañeros de profesión y mucho me temo que este comportamiento es habitual en todos los sectores de la industria (sea cual sea) española. Parece como si fueras mejor trabajador y más importante cuanto más cantidad de llamadas telefónicas atiendas, cuanto más estresado parezcas ( o realmente estés) y la cantidad de horas que pases en tu puesto de trabajo cuando, en realidad, al menos para mí, lo realmente importante es la efectividad del trabajo. Es más, a mí me resulta mucho más importante y profesional aquel señor (o señora) que con un ritmo normal, entra a una reunión, saluda educadamente, apaga el móvil, se sienta y escucha atentamente lo que le van a contar, participa, se levanta, comparte un café cordial, una exquisita comida compartiendo opiniones varias sobre su trabajo y al volver a su despacho comprueba que todo el mundo ha hecho lo que debía durante su ausencia.
Porque en mi opinión de “ejecutiva de provincia” no es mejor trabajador el que más horas pasa en su puesto, ni el que más llamadas tontas atiende, sino aquel que sale a su hora con el trabajo terminado y bien hecho.
Comentarios
Yo tengo una prueba del 9 que no falla.
Imagino a todos esos "ejecutivos" en esa reunión, pero todo el mundo desnudo, sin ropa, sin móvil, sin corbata... si puedo hacerlo, si siguen estando en esa reunión (imaginaria) y tienen un papel en ella, de verdad son alguien, si no lo consigo, por lo que sea (me da la risa, o simplemente es que es imposible de imaginar), entonces solo son unos payasetes haciendo su funcion. Con perdón de los payasos.
Esta regla me la aplico para mi mismo, no me dirijo a la gente de ninguna forma que si tuviera que hacerlo desnudo, no fuera capaz.
Es curioso el "poder" que da la ropa a la gente ¿verdad?
En fin, querida PENSADORA, tienes toda la razón que más vale la eficacia que las horas dedicadas.
En fin, que en todas partes cuecen habas...
si, hay muchos de esos que pintas
pues eso:apaga el movil y a disfrutar
un saludo
Y es muy rica la fauna hispánica. El Obrerus piroperus, El niñatus que usa el móvil como radiocasette o el Abuelus con el pedazo de coupé descapotable que pretende tener delante de las piernas la potencia que no tiene entre ellas...
En fin, gracias por hacerme pensar ;)