UN CUENTO CON O SIN MORALEJA

Caminaba Pensadorita por las callecitas de su Güeskonsin natal pensando en la futura primavera y el día tan hermoso que hacía, cuando de repente, observó sonriente cómo un antiguo compañero de escuela se acercaba hacia ella para saludarle pidiéndole a la vez un cigarrillo. Pensadorita sacó el elemento fumestible de su bolso y se lo entregó al muchacho quien agradecido le ofreció un huevo de la bolsa de compra que cargaba. Sonriendo como siempre, Pensadorita comentó graciosa: - Con semejante trueque, en los tiempos que corren, salgo ganando yo. El muchacho contestó: - Depende de cómo te salga el huevo. Entonces, la sonrisa de Pensadorita se convirtió en una sonora carcajada mientras se alejaba rumbo a su lugar de trabajo.