ROMÁNTICA CRACOVIA

En Polonia no hay trenes de Alta Velocidad.  Lo sé porque tuve que sufrir sus tres horas de tren tipo “Talgo Lento” para trasladarme de Varsovia a Cracovia.  Pero valió la pena.  Y mucho.


Así como lo impresionante de Varsovia es su reconstrucción, lo que sorprende de Cracovia es su conservación.  Por su ubicación, los nazis la emplearon como cuartel así que no la destrozaron.  El casco viejo Cracoviano cuenta con una plaza medieval despampanante, no cabe en una foto y menos con mi cámara.  Es tan grande que en su centro alberga un mercado, una pequeña iglesia e incluso una curiosa estatua objeto de mil y una peripecias de los miles de turistas que se pasan por ahí.  Es imposible sacar una foto sin que aparezca gente.




La ciudad es uno de los mayores atractivos turísticos del país. Sus calles y edificios coloridos se prestan a salir del abarrotado casco antiguo para adentrarse en el barrio judío, menos concurrido pero proveedor de una hospitalidad que pocas veces se encuentra en otros lugares.

Cerca de Cracovia se encuentra otra curiosa atracción turística: las minas de sal. Si, sí, allí tienen unas minas de sal cuyos mineros se dedicaron a tallar y decorar hasta convertirlas en otra de las mayores atracciones turísiticas de Polonia. Es una cosa curiosa pasearse bajo tierra contemplando galería tras galería el arte de unos señores que no tenían más academia que la experiencia en el manejo del cincel y el martillo.



Después de recorrerme la ciudad y al acostarme para descansar me sobresaltó la idea de lo que iba a ver al día siguiente.  Comprobaría la realidad de Auschwitz, el campo de exterminio nazi que hasta entonces vivía en mi memoria en forma de imagen cinematográfica.  Pero esa historia se merece otro post.

Comentarios

Es uno de mis viajes pendientes, está en la columna de los de "Seguro que lo haré". Auschwitz. #convienenoolvidar.

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