Un buen verano


Nos parece que no porque brilla el sol, pero aquí arriba el frío arrecia y con él resulta inevitable buscar confort en el recuerdo del calor del verano.

Recuerdo terminar el verano con la sensación de haber sido uno de los mejores. Puede resultar masoquista pero cuando las cosas se ponen feas, parece como si el cuerpo se recomponga y saque fuerzas de flaqueza para enfrentar el miedo.

No hizo falta gran cosa, sólo la conciencia de la propia vida, como siempre. La conciencia de la realidad de lo que hay, de aquello que gusta y lo que no. Buscar lo bueno en lo sencillo y disfrutar intencionadamente aquello que parezca tan simple como un chapuzón en la playa o una caminata por la montaña. Sin grandes opulencias, sin más, disfrutando, abriendo el corazón y dejando entrar sensaciones como aquél que rellena una caja de herramientas preparando cualquier eventualidad.

Sí, fue un gran verano...

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