La belleza de lo viejo o de lo nuevo
El otro día caminaba por Barcelona admirando esa
arquitectura Gaudí que tanto nos gusta a todos.
Supongo que por ese modernismo perfecto y fluido que convierte lo sólido
en líquido a la vista.
Con esta inspiración me dio por observar las construcciones
modernas que iba sorteando de regreso a casa y, mientras observaba, me vinieron
a la cabeza las grandes y antiquísimas obras de arquitectura como, por poner un
ejemplo, el acueducto de Segovia. De
repente una duda me asaltó al pensar en el sin fin de antigüedades que salpican
nuestro país, que tanto admiramos y que tan bellas nos parecen… me dio por
preguntarme, como ejemplo ante una iglesia románica ¿es realmente bella?.
Dejando a un lado la idea de que la belleza es más una
cuestión de percepción, se me ocurre que hay muchas cosas antiguas que además de
por bellas también admiramos desde un punto de vista más bien parental, es como
si lo que realmente nos atrae de semejantes obras es la idea de que fueron
nuestros ancestros quienes las ejecutaron aún siendo carentes de los medios que hoy tenemos a disposición.
Seguramente, dentro de quinientos años alguien observará,
por ejemplo, el viaducto de la A 2
a la altura de Castellbisbal o el puente sobre el Alcanadre ese que hay nada
más pasar Angüés y se preguntará como tantas veces hemos hecho nosotros ¿cómo
eran capaces estas gentes de construir semejante proeza?.
Comentarios
¡Amos, que desbarro como siempre! jejeje
¡¡Gracias a los dos por pasar!!