EL “ATAQUE CARRIE BRADSHAW”
¡Ay la neurótica Carrie! Tan neurótica como entrañable. ¿Quién de nosotras no se sintió alguna vez
identificada con alguna de sus neuras?.
A mí me ocurrió muchísimas veces durante la emisión de la
serie y me ha seguido ocurriendo durante la última década. Pero hace poco me ví inmersa en una situación
que bien se hubiera podido trasladar directamente a un capítulo de la serie.
Recuerdo muy bien la temporada en que Carrie se compromete
con el buenazo de Aidan. En un capítulo,
entran con Miranda en una tienda de vestidos de novia para reírse un rato y
quitarle hierro a lo del matrimonio pero la jugada les sale rana cuando la
muchacha en cuestión empieza a referir serios picores por todo el cuerpo
presentando una terrible urticaria culpa del tul del vestido. Terminan concluyendo que se trata de una
alergia general al matrimonio.
Algo parecido me ocurrió hace poco mientras me encontraba
inmersa en la búsqueda de un vestido que ponerme el día que Bonito del Norte y
yo tenemos pensado casarnos (curiosa manera de comunicar mi inminente
matrimonio ¿verdad?). Tras visitar unas
cuantas tiendas de moda donde, al contrario de Carrie, esta servidora se
encuentra como un pez en el desierto, empecé a notar cómo una extraña sensación
se apoderaba de mí hasta que algo parecido a un ataque de urticaria pero ocular
se adueñó de mí durante unas cuatro horas durante las cuales a parte de
encontrarme absolutamente bloqueada no podía dejar de llorar pensando que era
imposible encontrar un vestido que satisficiera mis exigencias que eran más
bien pocas.
Pero ocurre que en el momento que una nombra “boda” o
“novia” las y los dependientes de las tiendas se convierten en una especie de
muñecos autómatas “disfrazadores” que pretenden colocarte pedrerías y colores
pastel allí donde no los hubo ni habrá jamás.
Por más que una pretenda hacer entender que no tiene ninguna intención
de irradiar pureza y muchísimo menos glamour, parece que una novia, por muy
informal que sea, tiene que ir disfrazada y ataviada con una sarta de objetos y
abalorios inútiles que parecen no tener otro objeto que engrosar los precios de
los vestidos que ya de por sí tienen unos importes poco explicables.
Total que a estas alturas y tras no poco sufrimiento, ya
dispongo de la indumentaria adecuada a mi figura y forma de ser pero, no se
preocupen ustedes lectoras curiosas que se les dará más información en el
momento preciso.
Comentarios