Desbarrada de una tarde de primavera
Camino pensando en lo poco que escribo últimamente y sin
darme cuenta paso por la puerta de mi anterior casa. Miro hacia mi antiguo balcón mientras me
suelto el foulard y me abro la gabardina que hace sol de tormenta y no quiero
que me baje la tensión.
Este fue el último lugar que, aparte del paterno, recuerdo
como hogar. Las habitaciones
limpias. Mi cocina. Mi cama.
Mi baño. Ahora son otros que no
son solo míos y, mientras pienso esto, me doy cuenta de la de tiempo que llevo
sin percatarme de cuánto han cambiado las cosas.
Con qué facilidad nos olvidamos de lo que nos ha costado
conseguir lo que queremos. Que poco recordamos los deseos cuando ya los hemos
cumplido. Y lo que es peor ¡que desagradecida es la memoria!.
Comentarios
Es verdad BUBO los recuerdos sí que son puñeteros, pero esos los tengo más controlados.
Salud!
:)