La moda de la montaña



Hoy he leído un artículo que trata sobre la ausencia de ascensiones al Everest durante el 2015.  El autor aprovecha la ocasión para realizar un repaso al problema de la masificación de las grandes cumbres planetarias y sus intentos de regulación. 

En el caso de Nepal, pretenden limitar la concesión de permisos solamente a personas que aún guiadas, sean capaces de ascender pos sus propios medios.  Es decir, Nepal no concederá permisos a personas mayores, menores o minusválidas.  Y miren ustedes, no pongo el grito en el cielo a pesar de estar a favor de potenciar la accesibilidad, pero a las viviendas y los puestos de trabajo, no a montañas extremas.  ¿Por qué? Pues porque no todo el mundo puede y no todo el mundo debería.  Porque estos montes no sólo se suben porque están allí, se suben porque se puede, porque se tiene capacidad física y mental.

En el caso de los Alpes y otras cordilleras, se encarecen los servicios.  El autor nombra el Refugio de Hornli a los pies del Matterhorn donde pasar una noche sube a los 150€ por dormir acompañado de otras, pongamos veinte personas con sus olores y ruidos incluidos, un precio que cualquiera pagaría por un cinco estrellas en el centro de París.  Extremo que no comparto porque en absoluto se regulará la cantidad y/o calidad de ascensiones, sólo se limitará a aquellos que se las puedan permitir, con las consecuencias que esto supone.

En mi opinión, la masificación en las montañas plantea varios problemas a tener en cuenta.  El primero y más importante es ecológico y doble: por una parte los residuos que se generan y no se eliminan de la montaña y por otra la erosión del suelo que produce el paso de cientos o miles de personas.  Tampoco se pueden obviar las situaciones de riesgo que se producen cuando un paso de montaña se llena de gente que quiere llegar al mismo sitio.

Dicho esto, me pregunto por qué los gobiernos no mejoran las redes de guardería para controlar y multar incumplimientos de normativas ambientales y/o de seguridad en la montaña.  Me pregunto por qué no se limita la cantidad de accesos a las grandes montañas, más que cobrarlos.  ¿Qué regulación es la que realmente se pretende? ¿La que cuida la montaña o la que la facilita a quienes no la merecen pero pagan?.

Me quedo con una frase del citado artículo: “la montaña está de moda como un objeto más de consumo” y es esto último lo que le da forma a la idea que el autor y yo compartimos.

Palabra de Pensadora.


Comentarios

Todo es consumo, o ganas de pasarlo bien, o sueños de convertirnos en legendarios. Somos una plaga cuando a todos nos da por lo mismo. Digo yo que habrá algo en que entreteneros sin hacer tanto estropicio...
Chaly Vera ha dicho que…
Me imagino que cuando llegas al refugio te dicen viejito de aqui no pasas y desde luego eso te obliga a otra noche de olores fetidos.
Un paseante ha dicho que…
Esta vez estoy de acuerdo contigo en todo. También había leido ese artículo, y me parece asombroso a qué extremo pueden llegar las masas: subir a una cumbre como esa (o como otra cualquiera) exige una serie de condicionantes, conocimientos y respeto por el lugar que se pisa, algo que el turista ignora. Pero ya sabes que no es lo mismo "turista" que "viajero", y de ahí nacen estos males.
Pirene ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
PENSADORA ha dicho que…
En el monte se puede uno divertir igual MIGUEL ANGEL, sin hacer estropicios, sólo es cuestión de sentido común (el menos común de los sentidos) y un poquito más de interés de los gobiernos (en realidad inexistente para estos menesteres).

No CHALY, en todo caso si quisieras subir al Everest, no te darían el persmiso si fueras mayor de 65 años. En el resto de las montañas, que yo sepa, no existe esta regulación.

Me alegro PASEANTE que acuerdes conmigo la diferencia entre "turista" y "viajero" que será muy parecida a la de "montañero" y "deportista extremo".

Salud muchachos y gracias por la visita!!

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