Lo que nos hace iguales
El otro día paseaba con mi madre del brazo por la
calle. Caminábamos despacio hablando
tonterías y agradeciendo el sol caliente del mediodía. Dejábamos que la gente nos adelantara y se
nos cruzara, nosotras despacio, a cinco piernas (que hay que darle su valor al
bastón).
Regresábamos ya a casa cuando vi caminando hacia nosotras a
otra pareja de hija y madre, del brazo, pensativas… sin conocernos, ambas hijas nos sonreímos y
saludamos, cómplices y comprensivas.
Porque al final, señoras y señores, terminamos todos igual,
pese a quien le pese.
Palabra de Pensadora.
Comentarios