Proletaria ¿yo?


 

Hace un par de semanas, a razón de la vacunación de las infantas, publiqué un pequeño texto en Facebook sobre la tontería de considerar a unas personas más que a otras en cualquier sentido.

Durante la escritura, recordé mi juventud durante la cual tuve que tomar algunas decisiones que fueron muy definitivas para traerme al lugar vital en que me encuentro ahora.  Esa toma de decisiones se tradujo en la frase: “decidí ser proletaria”, lo cual podría despertar curiosidad entre quienes busquen una conceptualización, así que me apetece contextualizar y ampliar la idea, que para algo tengo este blog.

Según la RAE, en su segunda acepción, una proletaria es una persona “que no posee medios de producción y que obtiene su salario de la venta del propio trabajo”.  Así que, si me tuviera de ceñir textualmente a esta definición, yo no soy proletaria por elección, sino por nacimiento y/o posición social.  También añadiré que en el momento de la escritura de aquel texto, mi visión sin contextualizar, me hizo pensar erróneamente en una proletaria como alguien de clase media, no como una asalariada “sin más”.

Sin embargo, he de decir que en su día pude elegir y sigo teniendo la opción de elegir vender mi trabajo o no para obtener un salario.  Es decir, en su día decidí no ingresar en el negocio familiar y sigo eligiendo no dejar mi trabajo y “emprender” como tan de moda estaba antes de la pandemia.  Yo sí elegí ser proletaria, sí hubo un día en que miré hacia el futuro y elegí un sueldo mínimo pero una forma de vida cómoda y simple con el pleno convencimiento de que ello no me convierte en menos (ni en más) que otra persona porque, proletaria o no, iré al mismo agujero que un noble, un empresario o un albañil.

Del mismo modo que un noble puede renunciar al título, un proletario puede serlo por voluntad. 

Palabra de Pensadora (y de proletaria)

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