SONAR 2010

Allí me dirigí y allí llegué justo a tiempo, nada más pisar el lugar comenzó un maravilloso concierto lleno de sensibilidad. Una jornada plagada de emoción con un sonido excelente, bellísima escenografía y absoluta entrega de los músicos situados en media luna, como los de verdad.
El amigo Jonsi resulta parco en palabras pero no necesita más que lo que entrega, porque se entrega mucho el muchacho. Para nada tiene aires de rock star porque no le hace falta, sólo con esa música y su encantadora voz, hace la veces de flautista de Amelin y nos transporta a todos a un mundo mágico de belleza en estado puro.

Después de Jonsi, lo más reseñable de la jornada fue el éxodo masivo que se produjo a las tres de la madrugada en dirección al escenario principal donde se emplazaba la cita con los Chemical Brothers que nos hicieron bailar y alucinar con un espectáculo electrónico hasta la saciedad, imagen y sonido de vanguardia que me obligaron a abandonar por un ratito el confortable rincón del fondo del local para adentrarme en las cavernas de las primeras filas sólo por absorber cual vampira la energía que desprendían las miles de personas que bailaban en un frenesí casi poético.

Asomada a la ventana, mientras las primeras luces de la noche se apagaban, me prometí que no dejaría de amar la música como una de las piezas más grandes del puzle de mi amor por todas las cosas bellas.
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