INCOMODIDADES EJECUTIVAS
La vida ejecutiva “rural” tiene el inconveniente de que, a veces y sólo a veces, obliga a desplazarse y asistir a reuniones, seminarios y otros eventos.
Siendo “rural”, se han de preparar estas citas con algo de antelación y así surge la primera incomodidad: hay que “dar imagen” y, como representante empresarial, enfundarse en el correspondiente e incómodo modelito con tacón incluido (eso por ser fémina, en el caso opuesto lo de la corbata también tiene su qué).
Otra incomodidad aparece cuando, tras unas cuantas horas de viaje en posición sentada, hay que sentarse de nuevo: bien para debatir o negociar, bien para atender las ponencias que correspondan a la ocasión sean éstas interesantes o no.
Pero la gran incomodidad, la magna incomodidad ejecutiva tiene un tinte escatológico pues, cuando hay que pasar el día entero sentado, rodeado de gente y concentrado en atender o que te atiendan, lo de las flatulencias puede resultar un auténtico infierno. Sin posibilidad de alejarte, abrir una ventana o acudir al baño más cercano, no queda más remedio que aguantar y aguantar mientras el abdomen se inflama y la falda (o los pantalones) empiezan a apretar como si fueran dos tallas más pequeños.
Si a todo esto añadimos que el medio de transporte elegido haya sido el del automóvil con compañero de profesión, al final del día, el regreso hasta el hogar donde descargar por fin el cúmulo de incomodidades puede hacerse mucho más largo de lo que mi abuela llamaría “un día sin pan”.
Comentarios
Da la casualidad de que ahora mismito vengo de participar en una mesa redonda, y con los nervios de hablar en público no veas lo que he tenido que aguantar!!!!
Siempre podemos hacer lo que dicen que hizo Camilo José Cela: peerse en una cena de alto copete, e inclinarse hacia la señorona que tenía al lado y con una voz lo suficientemente alta para que le oyeran, decirle "no se preocupe, diremos que he sido yo"...
Yo al menos, de normal, estoy solita en mi oficina que si no...
jajaja!