Cuestión de actitud
Cuánta gente amargada en sus trabajos, pendiente de todo lo
que le rodea: del compañero que le ningunea, del jefe que le grita… pero nunca
de si misma, de qué tal hace su propio trabajo, de qué puede hacer para
mejorarlo, de la posibilidad de buscar otro empleo…
Cuánta gente amargada en sus relaciones personales: de que
sus padres no le entienden o le exigen demasiado, de que su pareja nunca está a
la altura, de que sus amigos nunca le llaman… pero nunca piensa hace cuánto que
llama a su madre, o cuándo fue la última vez que tuvo algún detalle con su
pareja…
Cuando nos parece que todo está en contra, es bueno intentar
(que ya sé que no es fácil) mirar las cosas desde fuera, como si fuera una
película, para encontrarles la importancia que merecen y darnos cuenta de que
hay muchas cosas que no podemos cambiar, que no dependen de nosotros y que,
aunque nos afecten, no van con nosotros.
Es muy difícil que sea el mundo entero el que esté
equivocado y, aunque lo esté, más difícil será todavía que una sola persona lo
cambie. Así que, llegados a un punto en
que nos encontramos atascados, nada cambia y todo parece en contra, lo mejor es
cambiar uno mismo o, lo que es lo mismo: cambiar de actitud.
No podemos cambiar el mundo, sino nuestra forma de
enfrentarlo.
Palabra de Pensadora
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