De raquetas, narcisos y Led Zeppelin
Sábado de madrugada.
Me he dejado todo preparado la noche del viernes para salir de excursión
a la nieve con unos amigos. Salgo de
casa escopeteada para llegar puntual a mi cita en Puente la Reina de Jaca. Conduzco contenta por esta sinuosa carretera
que siempre hace mis delicias, escuchando el último disco de Robert Plant y
recordando tiempos pasados atravesando estos mismos parajes con Led Zeppelin al
mando.
Pocas cosas han cambiado desde aquella época en que hacía
digno uso de mi juventud subida en el Citronen ZX de mi primer novio. Fluyendo por esta misma carretera, con
exactamente la misma intención de pasar el día en la montaña y escuchando
prácticamente la misma música: el “Led
Zeppelin IV” o aquel maravilloso “No Quarter” que grabaron los Sres. Page y
Plant nada más y nada menos que en 1994, cuyas canciones cantaba y repetía como
un mantra mientras miraba por la ventana estos mismos paisajes que hoy me
parecen detenidos en el tiempo. El mismo
puente, el mismo pantano, la misma carretera, las mismas curvas que ahora soy
yo, sola, en mi coche, quien las surca.
Al coronar el puerto de Santa Bárbara, hago un cálculo
rápido y concluyo que voy a llegar perfectamente puntual ¡así me gusta! Pero de
repente un rápido pensamiento fulmina el dulce momento que estoy pasando sumida
en la conducción y el recuerdo…. ¡ME HE DEJADO LAS RAQUETAS! ¡LAS RAQUETAS! Y
llevo toda la semana deseando subir a la nieve, tanto que hasta oía aplaudir a
las puñeteras desde el armario.
Llego cabizbaja y con las orejas gachas como una cánida, al
encuentro de mis compañeros de fatigas montañeras y les informo de mi mala
pata. Éstos no dudan ni un instante en
cambiar el plan del día para adaptarse a la nueva situación, cosa que agradezco
aceptando de tremendo agrado un magnífico “plan B” que nos lleva a visitar una
montaña ya conocida donde me vuelvo a encontrar el tiempo detenido en la misma
cima, caminando entre los tatara-nietos de los mismos narcisos que un día
descubrí por primera vez.
Bello día hoy, en que unas raquetas, sin estar presentes, me
han transportado a otra bella época anclada en mi presente, a acrecentar una
amistad y a recordar mi afición por la botánica que igual vuelvo a retomar.
Comentarios