¿Dónde va la amistad?

Este fin de semana acogí en mi casa a un buen amigo. Como me tuve que ir pronto por la mañana para realizar mi tradicional excursión dominguera, no pude despedirme de él (así de maja soy que no despierto a la peña). Al regresar a casa me encontré con que (más majo él que las pesetas) me había fregado el desaguisado de la cena del sábado y además me dejó una nota que rezaba:

“No dejes crecer la hierba en el camino de la amistad”

Hermosa frase que no deja de rondarme hoy por la cabeza. Y pienso… realmente… ¿dónde va la amistad?.

A estas edades en que estamos tan ocupados con el trabajo, la familia, enfermedades… todos tenemos una cantidad importante de responsabilidades que cumplir y nos olvidamos demasiado fácilmente de las amistades.

He de admitir que yo vivo bastante cómodamente y que tengo tiempo y ganas de sobras para dedicar a los amigos. Virtud que me suelen agradecer y que me escucho a menudo traducida en la típica frase: “amiga de sus amigos”.

Siempre se dice que los verdaderos amigos se pueden contar con los dedos de una sola mano y considero que es cierto. Se podría decir que incluso existe una especie de baremo: están los mejores amigos, los amigos de toda la vida, los amigos del instituto, los de la universidad, los de la mili e incluso los ex-amigos.

Aún así, le sigo dando vueltas al tema y admitiré que tengo una lista de amigos y conocidos nutrida, pero, resulta dificilísimo coincidir con ellos. Pero lo que más me sorprende es que sea la sección femenina de esta lista la más complicada de mantener viva. ¿Por qué?.

El otro día estuve leyendo un reportaje sobre la serie de televisión “Sexo en Nueva York”, la autora acusaba a las mujeres de ser capaces de dejar una amistad de lado en cuanto nos emparejamos, cosa que no ocurre en la serie. Admito que es totalmente cierto, más de una se sorprenderá o sentirá escozor ante esta afirmación, pero, lo siento chicas, es cierto como la vida misma, como la teoría de la relatividad o como que dos más dos son cuatro.

En la serie, estas chicas se conocen cuando todavía están solteras, pero, ya para el final, todas se emparejan y aún así continúan manteniendo el contacto y viéndose, al menos, una vez por semana.

Admitamos que en cuanto te emparejas es difícil hacer hueco a los amigos por aquello de la pasión (lo que más apetece es estar todo el día en la cama con el amado o amada). Pero, una vez pasada esa primera fase, los chicos suelen volver a los encuentros con los amigos, a su actividad normal. Pero las chicas, ¡ay las chicas!, también vuelven a la actividad normal… pero a la de los chicos, vamos, a la de “sus” chicos y casi se olvidan de sus propias amistades. (Hey! Amigas mías no os ofendáis pero hay buena parte de cierto en esto, haced “acto de contricción”).

También hay buena cantidad de chicos que cometen el mismo error, pocos, pero los hay y conozco a más de uno, estos ya están casados, con hijos y no encuentran el momento de tener un viaje o reunión de trabajo o que sea su mujer la que la tenga para poder reunirse con los amigos y hacer todo lo que su mujer no sabe que hace.

Luego está el tema de la maternidad, y digo sólo maternidad porque en esta etapa vital parece que el hijo sólo lo tenga la madre, que siempre está ocupadísima cuidando de su retoño. Vale, admito que en la época de lactancia es la madre la única que puede ocuparse del tema, esto es evidente, ojalá hubieran hombres con tetas para poder turnarnos. Pero ¿qué pasa tras ese primer año?, resulta que no se puede sacar tiempo una noche o una tarde para llamar o quedar un ratito con los amigos. Es que ¿acaso el padre no va a saber encargarse solito de la criatura un par de horitas?.

Vamos, que llegada la edad adulta ponemos la amistad en segundo plano y os diré, amigos internautas, que esta idea me sofoca y desagrada mucho.

He descubierto que, justo después de la familia, los que siempre están ahí son los amigos, más en los tiempos que corren en que las parejas y trabajos duran poco. Motivo suficiente cuidarlos y no dejar que “crezca la hierba” en el camino que una vez nos unió.

Comentarios

Lali ha dicho que…
Eso es, pero en algunas ocasiones es invitable el crecimiento de esas hierbecillas y tenemos que hacer uso del cortacesped.
Un gros bisou parisino preciosa.
Lali

Por cierto me ha encantado eso de :
"Ójala haya más hombres con tetas..."

Un abrazote enorme.
PENSADORA ha dicho que…
Jejeje!
Y otras veces icluso hay que sacar la desbrozadora o el motocultor.
Como se nota que somos de provincia agrícola... ¡menos mal!.
Besos guapa.
Vuelve pronto.

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