Corriendo al atardecer


Siete y media de la tarde. El otoño empieza a ganar terreno y la luz del atardecer inaugura ese tono vainilla que tanto me gusta. Hoy está nublado y parece que va a llover de un momento a otro. No me importa, hoy quiero salir a correr. 

Pertrechada con mis zapatillas que hace unos meses eran blancas, mi camiseta de correr del “decartón” y mis mallas a media pierna para que no se me vea la celulitis, empiezo primero andando y al girar la esquina de la estación de bus comienzo la carrera. Despacio, calentando piernas y mente. A los diez minutos ya he subido un poco el ritmo y las endorfinas prestas se han disparado en mi cerebro para hacerme sentir como una gacela. Empieza a llover pero no me importa, cada gota de agua fresca reconforta y calma los calores normales de estas actividades. Esto se está convirtiendo en la carrera perfecta y entonces empiezan a sonar los “Yeah yeah yeahs” …

 

No recordaba haber metido este tema en el mp4 de a diez eureles del internet. ¡Que maravilla! Me encuentro fenomenal y subo el ritmo un poco más. Me duelen las rodillas y la cadera pero no quiero parar, me lo estoy pasando fetén. Dejándome mojar por la lluvia, sintiendo mis piernas trabajar y mi cabeza revolotear bien lejos de la realidad. 

Ha parado de llover y de pronto oigo un “chof, chof, chof” que se acerca poco a poco… cada vez más y más. Un corredor me adelanta pisando un charco y lanzando una pequeña ola de agua embarrada directa a mis pantorrillas. Sigo siendo una gacela, recién alcanzada por un guepardo. 

Menos mal que esto no es África.


Comentarios

Lolíndir Palantír ha dicho que…
sigue corriendo , sin parar mientras tu mente te deja..
PENSADORA ha dicho que…
La mente siempre deja, el cabrito es el cuerpo... que ya no tenemos edad

Entradas populares de este blog

VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LA ASERTIVIDAD

Señal divina

QUERER O MERECER