Progresivo a lo Steven Wilson
Mentiría si negara que le había perdido la pista desde los
tiempos de Porcupine Tree cuando me enternecía escuchando “Lazarus” durante
alguno de mis paseos vespertinos por la ciudad.
Hasta que un día, hace apenas unos meses, dejándome llevar por el “Flow
my music” de la plataforma musical Deezer, escuché una versión de una canción
de Alanis Morisette ejecutada por una voz masculina que no era otra más que la
del Sr. Wilson.
Lo que me encontré después fue su último disco: “To the
bone” que me fascinó de inmediato. Y
como suelo hacer en casos como este, busqué su próxima gira con tan buena
suerte de que acababa de empezar y además contenía dos fechas en España. Elegí Barcelona y allí me planté acompañada
de Bonito del Norte como crítico de primera mano (es músico, el bandido de él).
El ver a Bonito revolverse en la silla, llevarse las manos a
la cabeza con los ojos abiertos como platos y silbar como un poseso me indicó
que no estaba equivocada. Disfrutamos de
uno de los directos más potentes que hemos visto en los últimos años.
Steven Wilson lleva el progresivo más allá del pop o el rock. Bien dice el susodicho que lo suyo es música
conceptual y efectivamente acertó con el concepto haciendo disfrutar hasta a
los más excepticos y poniéndonos en pie más de una vez. Los puristas del progresivo le critican por
su último disco, pero lo cierto es que más o menos contundente, más o menos
guitarrero, más o menos heavy o más o menos pop… lo suyo es el progresivo, y lo
borda.
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