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Mostrando entradas de 2016

Confesión navideña

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Recuerdo la navidad allá en Venezuela.  Todo empezaba ya en noviembre con los concursos de gaitas y seguía con la tradicional reunión familiar para preparar y congelar las hallacas que se consumen durante las fiestas.  Todo es alegría y sentimiento.  Las familias se reúnen y recuerdan con cariño a quienes no están.  Se hacen regalos si se puede y si no, pues a bailar unas gaitas, un merengue, una cumbia o lo que haga falta.  Pero con alegría, aprovechando los días de fiesta y el espíritu ya no religioso sino simplemente festivo que impregna ciudades y pueblos. Y ahora regreso a la realidad.  La niebla se aposenta sobre mi minúscula ciudad y los ánimos se destemplan casi como en un extraño ritual en que todos tengan motivos para despreciar la Navidad, con mil excusas diferentes: unos porque echan de menos a alguien, otros porque no se llevan bien con su familia, algunos que reniegan de la religión… La cuestión es que la tele, la calle y el ambiente son navideños, pero el d

La nueva pedantería

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Últimamente me ocurre que me canso del discurso popular general.  Como todos tenemos acceso a internet nos pensamos que todos sabemos mucho de todo y nos creemos en posesión de una verdad absoluta que no corresponde.  Así, me encuentro con incongruencias como que no es bueno masticar chicle mientras conduces o que oler pedos mejora el cutis.  Y ojo como le discutas a nadie sobre ese estudio tan científicamente comprobado que asegura que la Universidad de Michigan ha descubierto que cortarse las uñas cabeza abajo ayuda a fortalecerlas o aquél informe del Instituto de la Salud de Kentuky según el cual ponerte hasta arriba de alcachofas te mantiene joven porque tienen muchos antioxidantes. Yo misma me veo continuamente en discusiones sobre los conflictos árabes sin saber realmente bien sobre lo que hablo (más que nada porque la información del telediario tengo claro que está manipulada y ni pensar en los periódicos digitales).  Me sorprendo tantas veces participando en conversaci

Vive el momento. Vive tu vida.

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Cuando no vivimos el momento pretendemos rememorar el pasado e intentamos adivinar el futuro mientras perdemos la conciencia de lo real y por lo tanto nos adentramos en el pensamiento irracional, ese que nos bloquea y no nos deja avanzar creando conflicto donde no lo hay y restandonos vivencia propia para vivir un momento irreal o una vida que es de otros y no propia. Es muy humano intentar situarse en el futuro en busca de la seguridad que supone la falta de incertidumbre.  El problema es que el futuro es totalmente impredecible y jamás sabremos lo que va a ocurrir siquiera dentro de un segundo así que más nos vale intentar vivir lo más cerca de la realidad posible, es decir, el momento presente, para tener mayor capacidad de actuación sobre lo que acontece en la realidad que sólo se produce en este momento. También es muy humano fijarse en los demás.  Somos animalitos sociales, lo cual supone desempeñar roles establecidos y utilizar el efecto espejo para adaptarnos a la

Demasiado precoz para estar menopáusica

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La primera vez que lo sentí saltaron todas las alarmas: sudoración espontánea nocturna sin explicación plausible es uno de los síntomas claros de un Linfoma y en mi caso una probable recaída que no resultó ser.  Al año siguiente la cosa fue menor y no hubo que prestar más atención hasta que la edad y el amor por mi marido me apremiaron en la búsqueda de descendencia, momento en el cual se hizo realidad uno de mis temores, la quimioterapia te salva la vida pero te resta puntos en la carrera de la fertilidad.  Finalmente, los síntomas se agravaron y hubo que admitir realidades: hijos cero, menopausia una (entera y verdadera).  Demasiado precoz para estar menopáusica y demasiados miedos para estar desatendida. Cuando una es adolescente disfruta de clases de educación sexual en el colegio, los medios te informan, las marcas de compresas y tampones te veneran y tu madre celebra el día de tu primera regla con ese “hija mía, ya eres una mujer” que aún siendo dicho en positivo, a mí m

Una época, un momento… una canción: “Zombie”

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Corrían mediados de los noventas del siglo pasado.  Yo era una post-adolescente con ínfulas de adulta que se encontraba trabajando como nómada en una feria itinerante de artículos internacionales.  Llegué a Barcelona con la mochila al hombro y todos los miedos de una zagala de 19 años que se enfrentaba a su primera vez trabajando fuera de casa. Rápidamente hice migas con mi compañera de stand, apenas un año menor que yo, con la que compartimos cenas y largas comidas contándonos intimidades a sabiendas de que difícilmente nos volveríamos a encontrar.  Un día, de regreso a nuestros puestos, avistamos un cartel que anunciaba el concierto de los irlandeses “Cramberries”, sin ninguna duda nos pusimos a buscar alguien que nos sustituyera aquella noche hasta que convencimos al hermano pequeño (tanto como nosotras) del muchacho del stand vecino que allí se quedó encantado de ganarse unas pelillas así casi sin querer. Acaba de sonar “Zombie” en la radio y me ha transportado a las noc

Bendito trío maldito

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Con la edad los gustos cambian y se suavizan.  Así, a pesar de no ser la música que me compraba o escuchaba habitualmente, hubieron tres señores nacionales que para mí fueron tres grandes y digo “fueron” porque fue justo ayer cuando desapareció el último que quedaba de aquel trío que parece haber sido maldito por sus cortas existencias pero bendecido por los dones de la creatividad. Enrique Urquijo fue el primero en caer, tan grotescamente como su gusto por la heroína, una tarde le encontraron muerto en un portal de Malasaña.  Recuerdo la noticia y recuerdo no hacerle caso.  Admitiré que es el que menos me gustó, pero su “Agárrate fuerte a mí, María” que no se refería a la protección hacia su hija sino de su propio miedo, fue una canción que me impactó. Con Antonio Vega sí tuve un par de inconfesables flechazos: “El sitio de mi recreo” y “Se dejaba llevar” eran y son quizá demasiado dulces para lo que se suele esperar de mis gustos musicales, pero me gustan porque son bellas

La gran decepción

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Intenten visualizar esta imagen: un ateneo libertario, un grupo de personas reunidas en él.  Irrumpe una persona que en cualquier caso y cualquier género (hembra o macho) vestiría de una manera especial que dejara ver claramente su poderosa cultura.  Ese tipo de persona que todos conocemos, el típico “cultureta” que sabe mucho de muchas cosas pero ninguna práctica y que tampoco sabe practicar muchas cosas pero sí sabe hablar sobre ellas.  ¿Lo visualizan? ¿se lo imaginan? Seguro que muchos (de los pocos que aún me lean) me han entendido rápido y seguro conocen alguna persona de este tipo. Pues bien, todo lo descrito se aplique ahora a los señores y señoras del recién nacido “Podemos” que, aparte de dar la nota, ya pueden con poco.  Hubo un tiempo en que casi me creí que alguna cosa era posible, pero a la hora de la verdad ya no diré la frase tan manida de que “son igual que los demás” porque no, no lo son, es otra cosa, otra clase.  Pero son algo que lamentablemente ya conocemo

“Mi pequeña y dulce Lily”

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He pasado el fin de semana descansando gracias a un ligero constipado que me ha servido de excusa perfecta para aposentarme y no preocuparme por desniveles, meteorologías, gps’s, mapas, crampones, piolets, raquetas y/u otros elementos de tortura montañeros.  Así pues, me he entregado a la cultura haciendo doblete cinéfilo y disfrutando de dos de las nominadas a los Oscar de este año. "Carol" no me decepcionó.  Me hizo, una vez más, sentirme orgullosa de mi feminidad.  La delicadeza con que se trata un tema que para algunos puede resultar escabroso me hizo sentir cómoda y optimista respecto a la evolución y aceptación que comienza a disfrutar la homosexualidad en nuestra sociedad actual.  Una película valiente con tintes feministas y una interpretación impecable como ya me tiene acostumbrada la bella Blanchet. Otra cosa fue “La chica danesa” que me encandiló y enamoró, tanto que tuve que informarme al llegar a casa sobre aquella pequeña y dulce criatura que dio l

Proposito de No enmienda

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Se terminó 2015 con dos meses enteritos desaparecidos a través del océano vacuo en que se ha convertido mi literatura.  Como si no existieran, mayo y diciembre desaparecieron de mi calendario blogger mientras el tiempo se sucedía imparable.  Es el tiempo el que me ocupa últimamente.  Implacable, me trajo hasta mi cuarta decena sin enterarme y aquí me encuentro incómoda intentando despedir mi juventud y bendecir una adultez que no me apetece porque no la entiendo ni la reconozco.  Será porque me educaron para una cosa y estos días en que me desenvuelvo son muy distintos a lo que imaginé para una mujer de mi edad actual. Así que no hay nada que enmendar.  Me gusta lo que hay aunque pase el tiempo.  Un concierto y un viaje al año como mínimo son mis metas habituales y cumplidas ya en el 2015 habiendo visitado Croacia y habiendo disfrutado de ACDC, Lenny Kravitz y Kings of Leon.  A la montaña siempre que el cuerpo y la meteorología lo permitan.  Al cine y al teatro siempre