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Mostrando entradas de enero, 2015

Hasta luego

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Me pareció que callaba muy de repente mientras todas estábamos celebrando la futura maternidad de una más (y ya van tres) de mis amigas a través de la mensajería instantánea.  Sentía mariposas en el estómago por la ilusión de las vidas nuevas que se están gestando a mi alrededor de camino a casa tras la jornada laboral y con esa sensación, a pesar del cansancio, me até las zapatillas y arranqué a trotar en busca del abrigo del parque en las tardes ventosas de invierno.   Llevaba un buen rato corriendo cuando recordé su silencio repentino y un vuelco en la boca del estómago me hizo saber que, tal vez, una mala noticia me esperaba al llegar a casa.  En cuanto vi ese dibujito verde arriba, a la izquierda de la pantalla, imaginé lo que pasaba. Cáncer se cobra una víctima más y yo aquí me quedo como siempre con esta sensación extraña.  Agradecida por sobrevivir.  Culpable por sobrevivir. Hasta luego Sonia.  Cuidaré de tu hermana todo lo que se deje, ya la conoces…

En el país de los ciegos...

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¿Han tenido ustedes alguna vez la sensación de que alguien no termina de parecerles lo que parece ser?.  Yo sí.  Y es que hay personas que, dependiendo del entorno, resultan más de lo que aparentan.  A mí me pasa con el inglés, que le echo morro y hablo mucho aunque sea mal y claro, mis compañeros-as se creen que lo hago mejor que ellos, pero en realidad tengo el mismo nivel.  Un ejemplo más claro de lo que quiero decir sería el caso del Sr. Secretario General del PSOE… Que lo ponen de guapo, pero tampoco lo es tanto.  Lo que pasa es que sus compañeros políticos, con los que le comparamos, son vetustos y poco agraciados lo que hace al muchacho (que sólo es más joven y hace deporte) parecer un adonis que no es.  Porque como bien reza el dicho “En el país de los ciegos, el tuerto es el Rey”. Y a continuación, un par de ejemplos de hombres guapos, para que tengamos clara, señoras, la realidad…

Mi propia memoria histórica

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Hace frío en la calle y, desde mi caldeado despacho, mientras intento concentrarme sin conseguirlo, me asaltan los recuerdos de inviernos mucho peores.  Recuerdo noches de insomnio y mañanas de cansancio.  Recuerdo la báscula burlona que no superaba los 60kg a pesar de los empachos de chocolate.  Recuerdo miedos, angustias, caídas y recuperaciones. También recuerdo los consejos de los amigos, de la familia.  La ayuda recibida.  La ayuda pedida y no encontrada.  Años buenos y años malos.  Toda una temporada de altibajos. Ahora que todo parece calmo, quiero recordar no para recrearme sino para no olvidar que un día estuve allí y que, aunque ahora todo sonría, otros pueden encontrarse en esa situación.  Que no me falle la memoria.  Que recuerde siempre para otros mi experiencia y que sirva de ayuda.  Porque tan pronto se puede estar aquí como al otro lado. Palabra de Pensadora.

El Gigante de Guara

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Gabardón amaba  y celaba profundamente a su hija Gabardiella que, como muchas de las jóvenes montañas de entonces, estaba profundamente enamorada de Gratal, un hermoso monte altivo y difícil de conquistar. Poco podía imaginar Gabardón que fuera precisamente su montaña adorada la poseedora del amor de aquel monte altivo que tan lejos quería tener.  Sin embargo, Gratal y Gabardiella se profesaban un amor intenso como el verde del boj y profundo como las gargantas de los ríos. En su desesperación por mantener cerca el amor de su hija, Gabardón pidió a su amiga Guara la intervención de su gigante que presto lanzó su poder abriendo la garganta del flumen que ahora fluye entre las sierras de Gratal y Gabardiella separándolas para siempre bajo la atenta mirada de la madre Guara. Dice la leyenda que Gratal lanzó toda su furia contra el gigante que, dormido, murió tumbado en las faldas de la madre Guara.  Así, hoy en día, si uno usa la imaginación y se fija bien en la sierr

Mañana de Reyes

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Hace frío en la calle.  Más frío que ayer.  Me dice mi nariz fría justo antes de sacar el resto de la cara de bajo las sábanas para comprobar que aunque el reloj insista en que ya debería haber amanecido, la niebla dibuja un paisaje blanco y minimalista tras la ventana que indica claramente la ausencia de sol para el día.  Pero da igual, hoy no me importa, aquí en la cama tengo todo lo que necesito y hay agua en la mesilla, media vuelta y diez minutitos más. Ahora ya me duele la espalda.  Me parece que llevo demasiadas horas tumbada y a pesar de haberme prometido hacer un fin de fiestas por todo lo alto durmiendo hasta las tantas y comiendo hasta reventar, me voy a levantar y voy a esconder regalos mientras mi Melchor particular está comprando el periódico.  Llega la hora y nos convertimos en los críos que de momento no tenemos en casa.  Abrimos regalos mientras nos reímos y agradecemos poder pasar este rato que otros a lo peor no disfrutan.  Entre “frío frío – caliente c