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Mostrando entradas de julio, 2011

BONITO DEL NORTE

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¿Sabían ustedes que para que un Bonito del Norte se considere auténtico ha de pesar a partir de cuatro kilos y ser pescado en el mar Cantábrico únicamente con anzuelo? El Bonito del Norte se diferencia del simple atún por su “textura suave” y “exquisito sabor”, según los entendidos en gastronomía. Aquí servidora da fe. He tenido la valentía de soltar mi anzuelo aunque en un mar más bien de secano, con la buena suerte de haber pescado un auténtico Bonito del Norte criado en pleno Cantábrico y con un peso magníficamente superior a los cuatro kilos de rigor. Un ejemplar nada escurridizo que eligió bien el anzuelo seguramente atraído por el “cebo vivo” tan utilizado allá en su mar de origen. Dado el peso del ejemplar en cuestión, creo que tendré Bonito para rato y encantada oiga.

UNA EPOCA, UN MOMENTO... UNA CANCIÓN: "LIVIN' ON THE EDGE"

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¡Que plácidos aquellos años noventa que no volverán! Cuando las hormonas campaban a sus anchas y les hacíamos caso. Cuando se podía trasnochar y estudiar a la vez. Cuando no hacía falta teléfono móvil para econtrar un amigo. Cuando todos nos reuníamos en el mismo lugar sin tener que quedar. Cuando nos parecía que vivíamos al límite. Cuando no conocíamos siguiera que existiese un límite para algo. A veces, y sólo a veces, recuerdo un tiempo en que gritaba y saltaba al son de esta canción...

PREOCUPARSE U OCUPARSE ¡ESA ES LA CUESTIÓN!

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Si tienes un problema y tiene solución ¿de qué te preocupas? Si tienes un problema y no tiene solución ¿de qué te preocupas? (Proverbio chino, creo.) Uno de los muchos sentimientos negativos que todos hemos experimentado y experimentaremos alguna vez en nuestras vidas es la preocupación. Ese run-rún interior que a veces hasta nos quita el sueño, no es más que la antesala a una acción encaminada a solucionar (o no) algo. Se me ocurre que el proverbio chino no anda desencaminado, pero más que simplemente “pasar” de la preocupación, deberíamos preguntarnos qué es lo que nos preocupa, qué podemos hacer para solucionarlo y actuar en consecuencia. Como un proceso natural y rápido. No por más preocuparnos se va a solucionar algo ni vamos a encontrar solución a algo que no la tiene. Hay un tipo de preocupación que no tiene que ver con uno mismo sino con lo que le ocurre a alguien cercano, esto se acerca más a la empatía que es sana hasta cierto punto. Cuando nuestra preocupación por otr

EL SUEÑO EUROPEO

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Esta mañana, mientras desayunaba, miraba estupefacta las noticias en las que políticos y sindicalistas lanzaban opiniones dispares sobre el tradicional descenso del paro que se sucede en estas fechas. “Tan tradicional como el turrón de navidad o el melocotón con vino de San Lorenzo”, he pensado. Todos los años ocurre lo mismo: baja el paro durante el verano, el gobierno se pone la medalla, la oposición critica y los sindicalistas negrean el ambiente. Es la tradición. He querido quedarme con las declaraciones del Sr. Iglesias. Según él (o su partido, o el gobierno… ¿qué más da?), estas cifras son la prueba de que se está saliendo de la crisis, comentario ante el cual no he podido evitar menear la cabeza y asentir como diciendo “ajá” con toda la sorna que me cabe en el cuerpo. Porque no creo yo que siquiera estemos en posición de imaginar una futura salida de la crisis. La cuestión es que he dejado de creer en la crisis. He dejado de creer que se trate de una crisis tal como la conoce

WORKING GIRL

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Con motivo de mi última visita a la capital, me vino al recuerdo aquella película protagonizada por Melanie Griffith: “Armas de Mujer”. La cosa tiene que ver con la primera escena en la que la prota camina por la ciudad con su traje chaqueta faldero pero calzada con unas zapatillas. Y es que caminar por la gran ciudad no es cosa tonta y más si el calor aprieta. Los pies son la parte más quejica del cuerpo y bien lo merecen, pues ellos soportan todo el peso de nuestro continente particular. Dado que mi cita se retrasaba hasta entrada la tarde y mi tren me depositaba en la ciudad de mañanas, tenía que caminar para desplazarme por la ciudad y hacer tiempo, así que, emulando a aquella secretaria venida a más, me calcé mis zapatillas “de correr” y guardé las manoletinas “de señorita” en el bolso para colocarlas en mis inferiores únicamente en el momento preciso. Así fue como al más puro estilo “working girl” pasé el día enfundada en mis pantalones de pinzas más camisa combinados con las