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Mostrando entradas de septiembre, 2010

OTURIA Y PADERNAS: UNA DE CAL Y UNA DE ARENA

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Uno de los motivos de quienes gustamos del montañismo es el ponernos a prueba frente a los elementos. De esta manera nos enfrentamos a nuestras propias capacidades y muchas veces aprendemos auténticas lecciones de humildad porque, a veces, no queda más remedio que renunciar a un objetivo y aceptar pequeñas derrotas. La cumbre del Oturia se presentaba como una excursión larga aunque fácil y, a pesar de los 1.000 metros de desnivel que hubimos de salvar, se dejó conquistar un soleado día dejando a la vista todos los encantos de mi amado pirineo. Los elementos no hicieron su aparición y todo fue calmo y fácil. Al siguiente fin de semana la cosa no pintaba tan fácil. El objetivo inicial era el Salvaguardia, en el valle de Benasque. Amaneció frío, ventoso y nevado así que elegimos otra opción que, en principio, resultaba más asequible. El pico Padernas, con poco más de 2.600m. de altitud parecía una buena elección. Allá que nos lanzamos y sufriendo los típicos resbalones culpa de las prim

ACLARANDO IDEAS

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Salí de mi cubículo laboral desganada, apesadumbrada. Con un aturdimiento cerebral de esos que sólo un día difícil puede configurar. Con muchas metas que alcanzar y ninguna entre mis manos, las ideas vagaban desordenadas buscando un final que no llegaba. Mi sinapsis estaba fuera de control. Subí el volumen de la música y allí, ubicada en mi bala plateada, mientras buscaba el mejor camino de regreso al hogar, un semáforo en rojo me permitió mirar hacia fuera del parabrisas. Las copas de los árboles urbanos bailaban con el viento de la tormenta que se apagaba y por encima de ellas, aunque tímido, el sol del atardecer se abría paso entre las nubes grises aportando colorido y claridad a las calles todavía húmedas. En lo que tarda un simple semáforo en cambiar de color, el desorden cerebral se esfumó con las nubes de aquella tormenta y uno de los últimos rayos de sol veraniego me regresó a la lucidez de las buenas ideas.

UNA EPOCA, UN MOMENTO… UNA CANCIÓN: SONIDOS DE INFANCIA

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Caracas era caótica pero, dependiendo del barrio donde vivieras, los sonidos se alejaban dejando un murmullo casi insonoro que bien podía hacer de nana. Allí, en una minúscula colina perteneciente al barrio de “El Marqués” se asentaba la calle Maracay con su edificio tocayo y la habitación que, gustosamente, compartía con pens-sister. Ella, como cualquier joven de esa y esta época, escuchaba la radio a todas horas: mientras estudiaba, mientras se duchaba, cuando se arreglaba para salir. Y yo, todavía infante, obviaba los ecos lejanos del centro de la ciudad y de las barriadas de chavolas cercanas para afinar mis oídos al son del “american top fourty”, de donde se desprendían hits que ahora calificamos de históricos, pero que no están tan lejanos, sólo unos años…

BRICO EMPANADA (Lo que le puede pasar a una por valiente)

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Lejos quedaron ya los plácidos de días de convivencia en el cálido nido paternal. Las gestiones e insistencia de esta pensadora dieron su fruto y en menos tiempo del esperado consiguió la vivienda con la que soñaba. Un pisito de alquiler protegido en el centro de la ciudad, con garaje y trastero. Un hogar de verdad. Mudarse dos veces en menos de seis meses descuadra a cualquiera pero una se “ata los machos” y “tira para delante” porque la cosa es saber aprovechar las oportunidades que la vida te da, por muy poco oportuna que ella sea. Ya sólo queda decorar. Darle a la vivienda ese toque personal, esas cuatro tonterías que la convierten en el propio hogar. Así que taladro en mano se dispuso esta valiente a colocar cortinas sin cesar. Era domingo, tras una larga siesta de esas de pijama y orinal. Sin avisar, sin pedir consejo ni ayuda, me dispuse a agujerear el techo de la habitación. Segura de haber elegido atinadamente la hora, el lugar, las medidas y el soporte ideal para las cortinas

EL ENGOMINAO

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Una vez más, como tantísimas otras, Mr. Pez Martillo ha despertado el pensamiento en mí y, así como él tiene a las salseras “Sex-and-the-City-Adictas” medio decapitadas, tengo yo al espécimen que vengo a llamar “engominao”. Es algo que me supera. En el momento en que el aroma de esa mezcla entre gomina “giorgi”, desodorante “axe” y colonia “ultra violet” empapa mis fosas nasales, se desata en mí un instinto extraño, una alerta. Allí llega el engominao con camisa a rayas y moreno playero rancio para preguntar sin pudor por mi estado civil. Y allí mismo estoy yo, con mis vaqueros y mi colonia de Yves Rocher “espanta-pesaos” buscando la salida de emergencia más próxima.

PROPIA RESPONSABILIDAD

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Se ha puesto de moda en las noticias el asunto de los extranjeros que saltan a las piscinas desde los balcones de los hoteles. “Balconing”, lo llaman. Esto está suponiendo consecuencias que me resultan inauditas, como por ejemplo que los hoteles se vean obligados a instalar medidas de seguridad para evitar estos juegos. Es lo que tiene la sociedad civilizada, los ciudadanos ya no somos responsables de nuestro propio civismo. Ni siquiera de nuestras propias vidas. El responsable es cualquiera menos nosotros. ¿Que se me va la cabeza y me tiro por un puente para abajo?, culpa del gobierno porque los puentes deberían tener protecciones anti-suicidas. ¿Que desde la habitación del hotel la piscina resulta más tentadora, me tiro y me mato?, culpa del hotel por no tener protecciones anti-idiotismo. Se me ocurre que se invierte mucho en infraestructura proteccionista y poco en educación y valor humano. Me parece que cada vez nos damos menos valor, más que nada porque todo está hecho. Estamos pr

EL VALOR DE PELAR LA CAÑA

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Llevo unos cuantos días compartiendo opiniones sobre las vacaciones con algunos compañeros blogueros. Todos coincidimos en el absurdo de andar buscando satisfacciones ajenas en lugares ajenos que nos conducen más al estrés que al verdadero descanso. Admito que a mí me gusta mucho viajar pero también admito que viajar cansa. Así que, como el amigo Pez Martillo , suelo viajar más bien en fechas extrañas y no como una forma de descanso, si no de conocimiento pues, a mi parecer el descanso es otra cosa. Para mí descansar supone no hacer nada que pueda hacerme perder la más mínima cantidad de energía, en pocas palabras: “pelar la caña”. Imaginen ustedes una playa paradisíaca y un lugareño con una caña de azúcar en una mano, una navaja desvencijada en otra y el tiempo pasando lenta, muy lentamente. Digamos que la cosa iría a razón de una caña pelada por hora, aproximadamente. Ahora sólo hay que aplicar esto mismo a el no tener que ir a trabajar e invertir el tiempo en hacer las cosas que no

MOMENTOS CUMBRE DEL VERANO: final del concierto de Jónsi

Ya fue un acierto mi visita al Sónar del año pasado, pero éste, este año fue acertadísima. Salimos algo tarde desde casa de Lolíndir dirección al recinto contenedor de música y emociones que nos esperaba. Los nervios me tenían con el vello y cabello de punta y no dejaba de entrar gente al vagón de metro. Se me hizo eterno el poco tiempo que debió pasar desde que subimos hasta que se cerraron las puertas y, una vez encerrados en la cápsula transportadora, empecé a notar que el ambiente estaba festivo: todos íbamos en la misma dirección. Finalmente, llegamos al lugar en una procesión de gente que reflejaba claramente que se trataba de una ocasión muy especial para todos. Nosotros incluidos. Al entrar, buscaba ansiosa el escenario donde se daría lugar el concierto del sin par Jónsi. Dimos con él justo a tiempo para buscar un hueco cerca del escenario y ver cómo las linternas le iluminaban el camino al escenario donde se plantó todo él: sencillo y emotivo, como me gustan a mí las cosas

IBONES DE ARRIEL Y RESPOMUSO

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Sábado, 6:00 a.m. hora zulú: - DESPERTADOR: Ding, dong, ding - ¡clin, clin! - PENSADORA: zzzzzzzzzz zzzzzzzzz - DESPERTADOR: Ding, dong, ding - ¡clin, clin! - PENSADORA: (en voz baja) mmmm nooooo mmmm, quince minutos más… - DESPERTADOR: ¡vale! Sábado, 6:15 a.m. hora zulú: - DESPERTADOR: Ding, dong, ding - ¡clin, clin! - PENSADORA: ¡que pesao! - DESPERTADOR: ¿Tú no querías ir al monte?, llegas tarde. - PENSADORA: AAARRRGGGG!!! - DESPERTADOR: Acuérdate de lo que te espera... Mi queridísimo pirineo me esperaba y, como no podía ser de otra manera, allí le encontré dispuesto a recibirme pero esta vez algo duro conmigo. La larga temporada sin hacerle caso había de costarme algo. Para que se pongan ustedes al día: Ibón es la palabra que empleamos los Güeskonsianos para señalar los lagos de origen glaciar que, desperdigados por todo el pirineo, aportan ese toque mágico al paisaje de los valles en sus cubetas glaciares. Así, dejan constancia de que, en su día, por allí pasaron toneladas de

MIEDITOS

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Dormía cómodamente envuelta en mis sábanas, acurrucada en el centro de mi enorme cama, cuando un terrible estruendo interrumpió algún dulce sueño que ya no recuerdo. Lo que tiene vivir en el casco viejo de esta mi Güeskonsin querida es que estás en lo más alto de la ciudad, así que si una tormenta ha de desatarse, los rayos caerán a tu ladito, siempre a la verita tuya… ¡menuda gracia!. Un rayo detrás de otro, viento y ruidos variados me han mantenido la madrugada de hoy como en mi más dulce infancia: escondida debajo de las sábanas con dos almohadas y dos cojines como barricada de defensa. Resulta curioso, me encantan las tormentas en la montaña donde son más peligrosas, pero en casa, de noche, poco antes del amanecer y sola: así las odio. Triste comienzo para un día que se adivina gris, húmedo y fresco. Todo un adelanto de lo que nos deparará el otoño.

VIUDITA ALEGRE

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Leyendo blogs sobre la soltería y sus pormenores y pensando en las propias experiencias, de repente, como si se me encendiera una enorme bombilla en la cabeza, se me ocurrió compararme con una viuda y, aunque no sea comparable el caso, hay un tipo de viudedad que se acerca mucho a la situación de muchas solteras actuales y el mío propio. Pensemos en una joven viuda que perdió a su marido de manera accidental, no esperada. La vida sigue y no le queda más remedio que cargar con su pena, superar su duelo y seguir adelante mientras el tiempo lo cura todo. Pero ahí está, ya tuvo el amor, ya lo vivió y al menos sabe que amó y fue amada, al menos, una vez. Se me ocurre que la soltería se haría más llevadera si aquellas que hemos tenido la suerte de disfrutar de las mieles de alguna relación sana, por más que ésta se haya roto y por más que los motivos de la ruptura no hayan sido los deseados, podríamos intentar pensar como una viudita alegre que está encantada con la vida porque ya conoció el