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Mostrando entradas de noviembre, 2009

SINDROME DE ABSTINENCIA

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Cuando nos encontramos bajo la influencia de una mala temporada que se alarga en el tiempo, lamentablemente, nos acostumbramos a ese estado. Dependiendo de la forma de ser de cada cual, el estado de ánimo variará en consonancia con los motivos. Unos estarán tristes, de capa caída. A otros les entran los nervios, como a una servidora. Las malas temporadas se acaban. Sí o sí. Sea como sea. Porque uno se arma de valor y “coge el toro por los cuernos” o porque simplemente con el paso del tiempo las cosas se ponen en su sitio. Todo se acaba incluso aunque no queramos. La salida de esos estados de ánimo suele conllevar accesos de euforia. De repente llega un día en que te encuentras mejor, los problemas parecen desaparecer y las cosas salen mejor. Todo resulta emocionante hasta que con el tiempo nos asentamos en la buena temporada y de repente, sin saber por qué, se tiene una extraña sensación. Un ronroneo interior, una inquietud sin motivos. El saber que todo está bien y sin embar

PAISAJES COTIDIANOS

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A veces al viajar no nos fijamos en cosas y otras sí. Así, de vez en cuando, al pasar por el mismo lugar podemos encontrar belleza o simplemente no verla. Ayer me ocurrió. En un lugar por donde paso como mínimo una vez al mes hice, sólo con mi retina y sin ningún instrumento de grabación, una foto de esas de revista: un toro de osborne al amanecer. Muy castiza la imagen, sí, pero hacía tiempo que no tenía esa sensación de encontrar algo bello, así, de repente y sin saber por qué. Cosas curiosas de la vida, al regresar por la tarde, ya no lo vi. Para que luego digan que el estado de ánimo no influye en todo.

INFIERNO ACUÁTICO

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Me encanta nadar. Nado desde que tengo uso de razón (o lo intento). Todo empezó cuando era muy pequeña: mi familia, conmigo a cuestas, solía “vacacionear” en una preciosa playa del caribe venezolano llamada manare. Allí, los días pasaban plácidos y agradables al sol. Yo jugueteaba con mi flotador de hello kitty (que ya existía y se piensan que es nueva) hasta que un día mi madre decidió que era hora de que aprendiera a nadar, así que, sabiendo que el pueblo con tienda más cercano estaba a unos 45 minutos en lancha, pinchó a escondidas el flotador. Así, me ví obligada a aprender a nadar a mis dulces cinco añitos. Hubo suerte, aprendí rápido y me gustó. Siempre me ha gustado nadar, es un deporte agradable y sencillo. Se me da más o menos bien y me mantiene más o menos en forma. Hasta hace mes y medio. Como me conozco y sé que lo de la constancia no es lo mío (menos si me tengo que meter en una piscina sabiendo que fuera estamos a cero grados), todos los años me apunto a los cursos

CHICAS CON GUITARRA

Últimamente me tiene un tanto sorprendida la cantidad de cantautoras (o como prefieran llamarlo) que van proliferando en escena. No me disgustan pero a ratos me pregunto si no hay detrás y como siempre algún estándar de márketing preconcebido en esta época en que a la gente le ha dado por ir de "alternativa". De todas formas, algunas propuestas que, a mi gusto, no están nada mal: Yo, particularmente, me quedo con el producto nacional. Para gustos: colores.

APOTEOSIS BLUES

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Ya se sabe que allí donde haya evento musical, me planto yo. Curiosamente, esta vez, no lo tenía planeado. Mi intención era aprovechar el finde para salir al monte, actividad que no practico hace tiempo. Con sana intención entablé contacto con la inestimable “pareja empanadilla” para proponerles alguna actividad campestre. Finalmente, la conversación telefónica derivó en quedar esa noche para cenar y ya haríamos planes. Unas cuantas copas de vino mediante, la cosa cambió de rumbo y decidimos por unanimidad pasar por el Jai-Alai (salón de conciertos de la Peña Alegría Laurentina) así, como quien se da una vuelta por el parque de camino a casa. Una gran idea. Los fineses Wentus Blues nos recibieron con una potencia que no esperábamos y enseguida nos presentaron a una auténtica leyenda blusera. Barrence Whitfield nos hechizó a todos haciendo mover el esqueleto hasta al crítico musical oscense que no se mueve nunca. Pero la cosa no quedó allí. Tal como se bajó del escenario el Sr. Whitfiel

JUVENTUDES BORRACHUZAS

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Esta mañana muy temprano me he visto en el brete de tener que cruzar caminando una buena parte del coso, la calle central y auténtico centro neurálgico de esta mi Güeskonsin querida del alma. Normalmente, a las siete de la mañana uno se encuentra por allí a los típicos currantes que esperan la furgo para ir al tajo, los repartidores de periódicos, pensadoras con cara de sueño y pocos amigos además de algún barrendero. Hoy no. Hoy la estampa ha cambiado para mi gozo y diversión porque hoy, señoras y señores, hoy me he encontrado con hordas de jóvenes que regresaban de la gran fiesta de apertura de curso universitario que se celebra todos los años alrededor del país para estas fechas. Una parejita de no más de veinte años de edad venía de frente hacia mí, intentando infructuosamente mantener una postura digna mientras discutían. Entonces, se percataron de mi presencia momento en el que veo cómo el zagal empuja a la pobre moza que, subida a sus tacones de bershka, consigue por muy poco

10 DE NOVIEMBRE DE 1975

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El 10 de noviembre de 1975 nació un tal Jim Adkins, guitarrista y cantante de “Jimmy Eats World” que se ve que es un grupo rockerillo americano. También, ese mismo día, murió D. Manuel Aznar Zubigaray, padre de nuestro ex - presidente Jose María Aznar. Además, los días 10 de noviembre se celebra el día de la independencia en Panamá, el del dibujante en Argentina y el día no oficial del inodoro en Japón. Aquí en Güeskonsin es día de celebración especial por el nacimiento del peluquero del barrio de Santo Domingo. Un rubio encantador que tiene una manía muy fea de robarle el corazón a pensadoras despistadas que un día decidieron estar en el lugar y en el momento adecuado. Mi chico nació en el mismo lugar y el mismo año que yo, aunque tres meses después. Comenzó su formación académica exactamente en el mismo colegio, en mi mismo curso y con mi mismísima maestra Doña Esperanza que utilizó su regla con ambos sin saber que treinta años después esos dos mocosillos: el rubito y la castañita,

SOÑÉ CON JORDANIA VI Y FIN

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Seguía soñando, como todas las noches, al recuerdo del día pasado. Bajo la espesura de la tienda beduina, hecha un ovillo sobre mí misma y a ojo medio abierto buscaba el mínimo indicio de amanecer para salir corriendo cámara en mano y poder captar la magia de un amanecer desértico. No lo conseguí. Me pudo el recuerdo del atardecer y el cielo estrellado de ayer envolviéndome en un mundo onírico del que me resistí a salir. No quedó más remedio, me levanté y cogí la mano de pensboy mirándole con esa cara que se me pone cuando lo bueno se acaba. El Mar Muerto me esperaba. Buen nombre para el lugar donde terminaba el periplo jordano. Muerto por bajito, por encontrarse en el lugar donde nada vive excepto los hoteles de cinco estrellas con spa. Nada más. Poco que reseñar sobre el lugar excepto lo divertido de flotar sin ningún esfuerzo y lo curioso de la sensación de ingravidez. El resto del día fue de descanso tras el viaje de cinco horas desde el desierto donde me hubiera quedado un

SOÑÉ CON JORDANIA V

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Me despierto hoy encogida por el frío y al asomarme al balcón compruebo que, tal como pensaba, los primeros copos de nieve cubren mi querida Guara. Así, auto-abrazándome para paliar el frío y contemplando el paisaje que siempre cambia según la estación, pienso en el Wadi Rum y lo calentita que estaba allí hace sólo un par de semanas. Cuando uno piensa en desierto, imagina un largo horizonte pleno de dunas de arena. Nada más lejos de la realidad en el caso del Wadi Rum. Allí hay arena, sí, pero también hay roca y la combinación de ambas le aporta esa magia que tanto me gusta encontrar en cada rincón del mundo. Se combinan los colores y, dependiendo de la posición del sol, la gama cambia de ocres y amarillos a marrones, naranjas y rojizos de atardecer que hacen caer la baba al más insensible. Wadi Rum me atrapó, me enamoró en un santiamén como supongo hizo con Lawrence de Arabia quien luchó por aquellos territorios como si fueran propios. No es para menos. La jornada en el desierto trans