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Mostrando entradas de octubre, 2010

INTORNO ALLA BELLA ITALIA I: “tengo a San Antonio puesto de cabeza”

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" ¡Que suerte tienes! Mira por la ventana, es muy difícil verla así desde el avión"; me dijo Lolíndir. Con un día muy despejado y limpia de la bruma que suele circundarle, Venecia se me presentó allá abajo como si se encontrara en el interior un pisa papeles de esos de cristal. Había llegado a Italia. Aquello fue llegar y empezar a comer, cosa que no dejamos de hacer hasta marchar. Así, la primera noche, quedé bien saciada para preparar mi primera jornada de “giro italiano” en la que, tras una divertida visita a la Villa Pisani con su pequeño pero no poco complicado laberinto... ...Terminé pidiéndole a San Antonio de Padua por mi salud, la de mi familia y ya puestos, me mande un poco de compañía próximamente. Como no podía ser de otra manera, la jornada terminó con una agradable y abundante (¡como no!) cena en lugareña compañía. Dicen que si pones una imagen de San Antonio en posición cabeza abajo, éste te manda un novio o novia (esto va al gusto del demandante). No lo he p

CRUELDADES OSCENSES

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Desconozco si en otros lugares de España se dará el caso. Desde luego en los sitios (tanto aquí como en el extranjero), que he visitado no, al menos que yo sepa. El caso es que en esta minúscula ciudad, existe una graciosa pero cruel tradición para dar la bienvenida a los nuevos habitantes. Ésta consiste en aprovechar la bajada de los bares de la zona de la Catedral para admirar la fuente de San Pedro donde, con alguna artimaña y habiendo dado a probar más de una copa al incauto/a, se le invita a contemplar los “peces de colores” que habitan en el fondo de la fuente. Así se consigue que el/la inocente se acerque lo suficiente al agua como para cogerle por la nuca y hundirle la cara en el agua. El otro día me dirigía a casa cuando contemplé la escena y por un lado reí, pero por otro pensé que tiene una buena medida de crueldad semejante broma, sobre todo en invierno. Pero no seré yo quien abra una plataforma en contra de semejante tradición, por muy tonta que me parezca. Habrá que admit

CAMINANDO DE PUNTILLAS

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Me levanté con el bolsillo lleno pero con complejo de hermanastra y así, dediqué largo tiempo a probar zapatos que no me cabían, por más promesa que me hubiese hecho de no regresar a mi morada hasta estar bien calzada. Admití finalmente mi condición de cisne, aún sabiendo que las tallas de calzado están más bien hechas para patitos y sólo cuando entendí (despistada de mí) que mi cuento era el de Cenicienta y que esta vez tenía el papel principal, encontré un par de tacones que abrazaron encantados mis pies cansados. Y así, descubrí el por qué de los juanetes de las abuelas: Caminar de puntillas no es bueno para las garrillas. Cosas de mujercillas.

SOBREDESARROLLO

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Cada vez miro más hacia el mundo con la sensación de deshumanización. Creo que nos falta algo y también creo que ese algo no es más que humanidad, contacto humano. Nos comunicamos poco y mal. No hay contacto físico. No nos abrazamos, no nos decimos la verdad. No nos decimos que nos queremos o que nos echamos de menos. Nos criticamos. No nos identificamos con la pena ajena. No nos solidarizamos. No somos conscientes de que en algo nos hemos de diferenciar del resto de animalillos que pueblan este planeta. Que si estamos en la cabecera de la cadena alimenticia no sólo es porque hayamos sabido fabricar herramientas mejor que ninguno si no porque supimos evolucionar y adaptarnos mejor, cosa que no hicimos solos. Tal como hemos seguido evolucionando hemos tendido a la separación, a la unidad. Así como al principio necesitábamos los unos de los otros para cazar, alimentarnos, reproducirnos. Hoy en día evitamos al máximo necesitar de nadie y nos basamos en el individualismo: “si yo estoy bien

DESUBICADA

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Está bien lo del viajar y más si el destino resulta satisfactorio, pero admitiré que el regreso siempre tiene un poquito de dureza pues en corto espacio de tiempo una se encuentra otra vez en la rutina sin casi tiempo de asimilar lo vivido, cosa la cual irremediablemente, crea la sensación de desubicación: ni aquí ni allá si no todo lo contrario. Esperen que me ubique y les cuento...