CAMINANDO DE PUNTILLAS
Me levanté con el bolsillo lleno pero con complejo de hermanastra y así, dediqué largo tiempo a probar zapatos que no me cabían, por más promesa que me hubiese hecho de no regresar a mi morada hasta estar bien calzada.
Admití finalmente mi condición de cisne, aún sabiendo que las tallas de calzado están más bien hechas para patitos y sólo cuando entendí (despistada de mí) que mi cuento era el de Cenicienta y que esta vez tenía el papel principal, encontré un par de tacones que abrazaron encantados mis pies cansados.
Y así, descubrí el por qué de los juanetes de las abuelas: Caminar de puntillas no es bueno para las garrillas.
Cosas de mujercillas.
Admití finalmente mi condición de cisne, aún sabiendo que las tallas de calzado están más bien hechas para patitos y sólo cuando entendí (despistada de mí) que mi cuento era el de Cenicienta y que esta vez tenía el papel principal, encontré un par de tacones que abrazaron encantados mis pies cansados.
Y así, descubrí el por qué de los juanetes de las abuelas: Caminar de puntillas no es bueno para las garrillas.
Cosas de mujercillas.
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