“Mi pequeña y dulce Lily”
He pasado el fin de semana descansando gracias a un ligero constipado
que me ha servido de excusa perfecta para aposentarme y no preocuparme por
desniveles, meteorologías, gps’s, mapas, crampones, piolets, raquetas y/u otros
elementos de tortura montañeros. Así
pues, me he entregado a la cultura haciendo doblete cinéfilo y disfrutando de
dos de las nominadas a los Oscar de este año.
"Carol" no me decepcionó.
Me hizo, una vez más, sentirme orgullosa de mi feminidad. La delicadeza con que se trata un tema que
para algunos puede resultar escabroso me hizo sentir cómoda y optimista
respecto a la evolución y aceptación que comienza a disfrutar la homosexualidad
en nuestra sociedad actual. Una película
valiente con tintes feministas y una interpretación impecable como ya me tiene
acostumbrada la bella Blanchet.
Otra cosa fue “La chica danesa” que me encandiló y enamoró,
tanto que tuve que informarme al llegar a casa sobre aquella pequeña y dulce
criatura que dio la vida por fidelidad a su propia naturaleza y por esa esposa
enamorada que lo da todo en la ficción pero que en la realidad se aleja como
haría cualquier persona de razón y juicio.
Las interpretaciones y la belleza de los actores sumados a la época en
que se sitúa la acción, me hicieron flotar en una nube modernista colorida y
bohemia divirtiéndome y sensibilizándome ante un asunto más triste que
escabroso. Porque hay muchas pequeñas
Lilys en el mundo y todavía hoy, casi 100 años después de la primera
reconocida, son pocas las veces que la sociedad entendemos una patología física
grave que altera no solo el cuerpo sino la emoción.
De este fin de semana relajado me quedo con “Mi pequeña y
duce Lily”, una persona que debió ser muy amada a pesar de la dificultad. Y también con la idea de que la propia naturaleza, por difícil e incomprendida que sea, no se puede negar ni obviar.
Palabra de Pensadora.
Comentarios
Increíble el avance de la medicina que tan sólo hace unos años consideraba la transexualidad un trastorno mental, llegando incluso a usar radioación para corregirlo.
De la película sin embargo, me impresionó más la historia de amor, el dejar ser al otro, y la agonía de vivir en lucha contigo mismo sin encontrar tu verdadera identidad hasta que por fin un día te reconoces.
Hemos avanzado mucho, cada vez lo vivimos con más normalidad, pero aún así queda mucho, y me duele lo que tienen que llegar a sufrir esas personas a las que la cultura y la sociedad les ha puesto el adjetivo de "anormal".
Saludos