Confesores Modernos
No he consultado estadísticas al respecto pero tengo claro
que el censo de creyentes católicos disminuye exponencialmente en un sangrado
masivo que tiene difícil cura. Y
hablando de curas, en ellos me he puesto a pensar cuando he recordado mi última
sesión de estética. El “ave maría”
cambiado por el “bueno, ¿qué tal?” pero por lo demás, casi igual a un acto de
confesión.
Llego, me tumbo cómodamente y cuando el primer tirón me
hacer ver estrellas y elefantitos volando, empiezo soltar prenda. “Pues chica, hoy un poco pocha, porque… bla
bla bla….” Tirón “bla bla bla” tirón “y fíjate que… bla bla bla” tirón “date la
vuelta Pens… bla bla bla”. “Hala Pens,
esto ya está” en vez de “me rece un padre nuestro y cuatro ave marías” y para
casa.
Todo muy normal hasta que una hace un stop cerebral y
empieza a inventariar ocasiones similares en la peluquería, en el trabajo
atendiendo algún cliente, ese taxista tan simpático… ¡estamos rodeados de
confesores! ¿para qué queremos curas?.
Comentarios
Le cuentas a un tipo tus historias, te perdona en nombre de Dios, espiritualmente es muy confortable esa opción.
El taxista te escucha pero no te perdona.