La crisis de la burguesita
Llevo una temporada enfrascada en
una especie de aburrimiento generalizado. No es que me aburra porque no tenga
nada que hacer ni con qué divertirme o entretenerme, las horas del día pasan
voladas entre trabajo, deporte y estudio.
La cuestión es que me he dado
cuenta de que, acostumbrada a vivir en una crisis continua como fue mi vida a
los treinta, ahora me encuentro en una cómoda situación en la que más o menos
vivo bien. No me falta nada de lo
realmente necesario para vivir e incluso puedo darme algún capricho más de vez
en cuando que antes. Y entonces ¿qué
pasa?
Me da en la nariz que tengo una
especie de “complejo de María Antonieta” que me ha convertido en inmune a las
preocupaciones reales y cotidianas, obviándolas y convirtiéndome en la típica burguesa
desinformada y entregada a la “buena vida” sin interés, anodina y falta de
emoción.
No hablo de tristeza ni de
depresión. No hay ningún problema. Sólo hago una reflexión y me comparo con esa
clase burguesa aburrida de tenerlo todo que demuestra que el dinero, lo
material y lo superfluo, en absoluto dan la felicidad. Pero tampoco la quitan, en casos como el mío,
solo la adormecen.
Palabra de Pensadora.
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