UNA NUEVA FORMA DE GUERRA
Últimamente me dedico a entablar conversaciones sobre la crisis. No para despotricar y tener algo de que hablar, busco información, como si pusiera un termómetro en una axila… así no más, por ver a ver.
Comparo las conversaciones de hace ya cuatro años con las de hoy. La cosa ha cambiado. Ya nadie habla del “esto parará en algún momento”, “la crisis acabará en unos años”. Ahora todos lo vemos peor: “esto no tiene fin”, “esto no tiene solución”.
Estamos a las puertas del temido Rescate y vaya paradoja porque cuando uno tiene un accidente espera como agua de mayo que vengan a rescatarle, sin embargo, hoy en día, que vengan a rescatarte es como esperar a que te den el disparo de gracia y todo acabe, lo único malo es que en este caso el disparo de gracia anuncia el principio de males mayores.
Con este panorama, las conversaciones se alteran y en la desesperación buscando soluciones o intentando predecir el futuro, cada vez se habla más de guerra, de violencia. Y yo me pregunto si esa tan temida guerra no se esté librando ya pero de un modo nunca visto, de la misma manera que el mundo nunca había visto una crisis semejante a la actual.
Quizá hace tiempo la guerra se esté librando en los despachos de las altas esferas con armas de destrucción potentísimas como la especulación y daños colaterales fatales como la inflación y deflación. Todo términos que encaminan las vidas del pueblo dirección al hambre. Hambre que mata personas.
Creo que se está librando una nueva forma de guerra, que no mata directamente sino lentamente. Una guerra en la que no hay patria ni héroes, en la que no se disputa territorio, religión o recursos. Esta es la guerra en la que no hay cabos ni comandantes sino especuladores, políticos, banqueros, brokers… La guerra de los intereses en la que el único perjudicado, como siempre, es el pueblo.
Palabra de pensadora.
Comentarios
Y no creo que xiliarlos sea una solución. Sólo serviría para dejar libre un hueco que ya aprovecharían otros. En realidad, no creo que haya salida, sólo momentos más favorables que otros, y la suerte de pillar el momento tranquilo.
Y no, exiliarles no es la solución. Hay una solución mucho más grave y difícil que es derrocar por completo a la clase dirigente, cosa harto imposible.
Volvemos a lo de siempre.
En fin.