Sentimientos encontrados
Hacía días no veía la archi-duradera serie “Cuéntame”, sin embargo ayer me dio por ahí más que nada porque la tele, a pesar de la amplísima oferta digital, ofrece poco y me apetecía idiotizarme después de un día estresante. Total que otra vez me encontré a Dña. Merche Alcántara en su salsa y así como tantas veces la he identificado con mi propia madre, ayer fui yo misma quien se sintió reflejada.
Sobrevivir al cáncer tiene su qué, es una alegría pero también una especie de estigma. El final del tratamiento y la recuperación no son el fin de la batalla, cuando uno se recupera empieza una época de cambio, nunca nada vuelve a ser lo mismo y uno tiene que adaptarse. Ayer entendía muy bien a Merche queriendo ayudar y hacer todo lo posible por su amiga, es un sentimiento que yo también tuve, una especie de necesidad de ayudar al semejante, a quien está viviendo lo mismo. Pero es en momentos como ese cuando se presenta el “estigma del superviviente”: la culpabilidad. Es un sentimiento irracional, incluso tonto pero cuando a tu alrededor las personas sufren mucho e incluso mueren, tú, sin dejar de sentirte afortunado, te sientes algo así como culpable.
Me sentí identificada con todo lo que le ocurrió ayer a Merche: descubrir la Asociación Española Contra el Cáncer, por ejemplo, una institución que realmente desarrolla una labor importantísima para los enfermos y familiares. Por otra parte, entendí su desasosiego al ver a alguien agonizar de una manera tan insufrible y, aunque hoy en día los fármacos están cada vez más avanzados y el sufrimiento humano se controla mejor, lo cierto es que se siguen dando esos casos tan extremos que yo tuve la suerte de no sufrir en carne propia pero vislumbré en otros, cosa que cuando menos causa estupor.
Finalmente, Merche recibe la noticia de la muerte de su amiga y el capítulo acaba mostrando esa sensación que yo misma he tenido algunas veces: pena por quien se va habiendo sufrido tanto, culpa por sobrevivir cuando otros no y miedo al futuro mezclados con las ganas de seguir adelante, de mirar más allá de la ventana y de vivir mucho tiempo lo más plenamente posible.
Comentarios
Supongo que el instinto de supervivencia es mucho más fuerte que la autocompasión o la culpabilidad. Y sí, hay que tirar p'alante, muchas veces apretando los dientes.
A mi, sin ser ni remotamente parecido a esto otro, me diagnosticaron hace unos años espondilitis aquilosante ¿te imaginas? ¡Mis articulaciones se están soldando y no hay nada que lo pueda impedir!¡Y a mí me gusta el monte!¡Manda cojones!¡Por lo menos me podría gustar ver el fútbol o jugar a la Play repantingao en el sofá! ¿por qué no le ha pegao esta peste a Rajoy o a Andrea Fabra????. Muchos días me cuesta horrores levantarme de la cama y muchos más días, en el monte, sufro como un canalla entre tendones y articulaciones inflamadas. Pero no voy a dejar de hacerlo, al revés, cuanto más duele más rabia me da y más ganas me entran de seguir viviendo "lo más plenamente posible".
Ánimo mesacha, que ya llegará la primavera.
Pd. Perdón por la chapa. Parezco una vieja hablando de achaques pero es que llevo mala temporada...mecago en el invierno, en la nieve y en la humedad relativa.
Salú
POL: Ahí le has dao ¡carpe diem! todos los días, pero eso nosotros, tú también y el resto de la humanidad también! ¡ale!.
Saludicos mozés!
Bueno, lo dicho que, como dice Pol, carpe diem, que seguiremos -tú también, espero- yendo de monte hasta que no podamos -literalmente-andar y que gracias a gente como Pol y a su paciencia (Turbón, Frondiellas, Transsobrepuerto norte-sur...el ya sabe de qué hablo) nos quedan todavía muchos años de contar batallitas.
Salú y primavera, mesacha. (En Güeskonsin, hoy 18 de febrero, ya están las malvas, los almendros las bellis, y un montón de flores ruderales mas en danza...esto ya es imparable.)
Salud pues!!!