CIUDAD, MEDIA CIUDAD, CIUDAD ENTERA

Ayer anduve visitando la capital, una vez más, por motivos de trabajo.

Estando allí y sobre todo al regreso, mientras conducía muy lentamente por la lluvia y sus estragos, estuve pensando en el asunto de la calidad de vida en función del tamaño de la ciudad donde vives.

Yo vivo en una pequeña capital de provincia donde, como es de esperar, la calidad de vida es muy alta. No hay atascos y si los hay, son motivo más bien de risa. Las listas de espera en los hospitales, sobre todo para intervenciones delicadas, son la mitad que en otras capitales. Las colas en el paro, hacienda y otros ministerios prácticamente no existen. Siempre hay un taxi a tiempo y sólo hay dos autobuses urbanos que suelen ir casi vacíos. Te puedes desplazar tranquilamente por toda la ciudad a pie pues el tramo más largo sólo cuesta unos 20 minutos de recorrer. Y los días de juerga puedes volver sola a casa sin problemas, además, el tramo desde los bares hasta casa durará, como mucho, esos 20 minutos. No hace falta coche para salir de juerga o trasladarse de una zona a otra, así que puedes beber y divertirte a gusto sin pensar en el medio de transporte de retorno.

Sin embargo, mi idílica ciudad tiene una pequeña GRAN desventaja: El carácter de sus habitantes.

No existe la vida privada. Aquello de lo que hablan los famosos hartos de estar en boca de todos, aquí es el pan nuestro de cada día, aquí todos nos conocemos y todos tenemos algo que decir u opinar sobre los demás. Nadie está conforme con lo que tiene, y siempre pensamos que lo de los demás es mejor, así que hay que superarlo a toda costa. Entras a un bar y lo primero que haces es mirar a ver si ves alguien conocido, que siempre lo hay. También los desplazamientos a pié se alargan mucho, pues caminando por la calle, hay que ir parando a saludar y mantener el “capazo” (pequeña conversación de cortesía) con todos y cada uno de los conocidos que te vas cruzando. Lamentablemente, es una ciudad llena de personas afectadas por la “provincianitis” que no contemplan otras posibilidades de vida más que salir por ahí “a ver quién hay”, hablar de fulanito y menganita que se han enrollado esta noche, criticar la forma de vestir, hablar y en general vivir de quienes no acatamos las normas de conducta provinciana.

A mí me gusta hacer lo que me dé la gana sin miedo “al qué dirán”, pero inevitablemente cuando cruzo el umbral de mi puerta me pongo la careta provinciana para intentar no sobresalir demasiado y que no hablen de mí, cosa que nunca consigo, porque una es quien es y bien contenta está de serlo, aunque, a veces, la provincianitis hace sus estragos.

Me crié en una gran ciudad. Nada menos que en Caracas y, la verdad, si hay algo que echo de menos de la vida allí (a parte de la temperatura) es el anonimato. Lo mismo que compruebo cuando visito otras grandes ciudades. Eso de ir por la calle andando a toda prisa sin que nadie te pare, entrar a cualquier lugar sin la sensación de ser observada, hacer lo que quiera, ponerme un pirulí naranja en la cabeza sin que al día siguiente se haya enterado toda la ciudad y parte de sus alrededores… eso es lo mejor de una gran ciudad. Admitiré las grandes desventajas de la gran ciudad, como los largos traslados trabajo-casa-trabajo, las largas colas en los entes públicos y los precios de la vivienda, por ejemplo.

Pero me pregunto, ¿qué supone mayor calidad de vida? ¿el anonimato o la durabilidad de los traslados?... dudo mucho en este sentido, aunque admitiré que cada vez que sufro los sinsabores de no poder divisar el cielo en su esplendor desde la calle por culpa de la magnitud de los edificios, echo de menos mi capital de provincia con sus “provincianitos” criticones, pero con un paisaje insustituible a dos pasos de casa y la tranquilidad de saber, que, en cualquier caso, la “ciudad entera” más lejana está a tan sólo tres horitas en coche, dos en AVE y un segundo de mi imaginación.

Por cierto, como se puede comprobar, lo de la vida en un pueblo ni me lo planteo.

Comentarios

ELECTRA ha dicho que…
AYYYYY CORAZON!! que identificada me siento... calidad de vida contra anonimato, que dificil eleccion.
Anónimo ha dicho que…
Supongo que lo mejor es tener un poco de todo, moviéndose de vez en cuando en busca de lo que no se suele tener (sea una cosa o la otra). A mí personalmente me preocupa ese anonimato de las grandes ciudades y la sensación de automatismo y alienación que me producen aveces.. Creo que estar en una gran ciudad sin gente especialmente conocida (poco probable en ciudades pequeñas) es de lo más perverso que puede haber, aunque también reconozco las ventajas que puede tener en otras circunstancias.
Por ahora tengo claro que prefiero una ciudad lo suficientemente pequeña como para tener bastante de lo uno y lo suficientemente grande para tener algo de lo otro, creo que algo aproximado sí se puede encontrar.. (respecto a los pueblos, si están cerca de una ciudad mediana, tampoco son una opción rotundamente descartable para mi gusto).

Como tú dices, al final lo que más importa es tener la posibilidad de acceder a otras realidades, aunque sea mentalmente..
Saludos
Laura ha dicho que…
Mi ciudad no es muy grande tampoco, siempre hay alguien que conoces, pero sí puede mantenerse el anonimato. Si necesito algo que no hay en mi ciudad siempre me queda la ciudad vecina, a una hora de camino. Saludos.
Estoicolgado ha dicho que…
Lo mejor es ser anónimo entre este tipo de calidades de vida...
Psicologo em fortaleza ha dicho que…
hola amigos este blog es muy buerno gracias guia de estambul

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