ODA ISLANDESA
En mis recuerdos del pasado cercano sigue viva la imagen de Islandia.
De momento nada de lo que he visitado desde que estuve allí le supera. A ratos y sobre todo cuando escucho Sigur Ros, me transporto, no lo puedo evitar. Suspiro y me transporto al corazón de un enorme glaciar.
Luego, subida en una moto de nieve desciendo hasta la llanura verde desde donde corro hasta una impresionante caída de agua y siguiendo su curso llego al mar donde unas focas que nadan a toda prisa me indican el camino a seguir con mi mirada hasta ver un oso polar que, montado en un trozo de hielo, les mira con cara de hambre mientras, a lo lejos, una ballena suelta un coletazo que provoca una gran ola que hace moverse el trozo de hielo del oso cambiando su rumbo de nuevo a la vecina Groenlandia.
Entonces, vuelvo a suspirar y miro hacia atrás. A lo lejos veo ascender el chorro del Geysir y se hace de noche. Escucho un crujido y veo cómo la lava de un volcán se abre paso hasta la llanura donde se enfría.
Mientras contemplo la aurora boreal iluminando Reikjavik mi corazón se llena de felicidad al saber que, aunque este momento está en mi imaginación, en realidad, todas esas maravillas existen unidas en un mismo lugar.
Volveré. No sé cuándo… pero quiero volver.
De momento nada de lo que he visitado desde que estuve allí le supera. A ratos y sobre todo cuando escucho Sigur Ros, me transporto, no lo puedo evitar. Suspiro y me transporto al corazón de un enorme glaciar.
Luego, subida en una moto de nieve desciendo hasta la llanura verde desde donde corro hasta una impresionante caída de agua y siguiendo su curso llego al mar donde unas focas que nadan a toda prisa me indican el camino a seguir con mi mirada hasta ver un oso polar que, montado en un trozo de hielo, les mira con cara de hambre mientras, a lo lejos, una ballena suelta un coletazo que provoca una gran ola que hace moverse el trozo de hielo del oso cambiando su rumbo de nuevo a la vecina Groenlandia.
Entonces, vuelvo a suspirar y miro hacia atrás. A lo lejos veo ascender el chorro del Geysir y se hace de noche. Escucho un crujido y veo cómo la lava de un volcán se abre paso hasta la llanura donde se enfría.
Mientras contemplo la aurora boreal iluminando Reikjavik mi corazón se llena de felicidad al saber que, aunque este momento está en mi imaginación, en realidad, todas esas maravillas existen unidas en un mismo lugar.
Volveré. No sé cuándo… pero quiero volver.
Comentarios
http://www.youtube.com/watch?v=KpQ6m2Qf918
Ya te digo yo por experiencia que la música de Sigur Rós se entiende mucho mejor cuando has estado allí.
Yo estuve en uno de los "escenarios" de heima sólo unos meses después, me parece que escribí un post al respecto.
Desde luego, un puntazo lo que hicieron. En youtube hay un vídeo de la canción "hoppipoya" sacado de "heima", míratelo, hacen una versión preciosa y el ambiente resulta la mar de "flower-power" como yo... ¡jejeje!.
Saludicos!