NO ME GRITES QUE NO TE VEO
Siempre he tenido la sensación de que el gritar es una herramienta de defensa ante lo que no se sabe defender. Para mí, el chillido se utiliza más por impotencia que por capacidad pulmonar. Así ocurre que, ante un interlocutor chillón, el tono de voz tenue y las explicaciones bien argumentadas producen un aumento de la intensidad de sonido vocal del que grita.
El que utiliza el chillido para imponerse me produce ceguera porque ante un mal grito me ciego como los tiburones que están apunto de atacar y así, dejo de mirar hacia mi gritador como una persona y se me convierte en un algo que prefiero no ver y si no puedo verle, no podré oírle ni entenderle y, por lo tanto, no le sentiré como persona sino como cosa y como cosa, deja de tener valor. Carente de valor, el gritador pierde todos mis respetos y, por lo tanto, sus gritos se pierden en la amplitud de las ondas sonoras que son invisibles y viajan por el aire hasta que alguien o algo las capta. Afortunadamente, yo no soy ni ese algo, ni ese alguien.
Todos hemos gritado y gritaremos alguna vez en nuestra vida, pero un grito de socorro o de sorpresa tienen poco que ver con el grito de aquel que intenta imponerse carente de otros medios.
Comentarios
poco o nada se puede sacar de una conversación de gritos , lo mas razonable es no razonar, el silencio como antidoto.
Bonito blog, transmite inteligencia y buen rollo.
un saludo pensadora.
Pónganse cómod@s y gracias por sus comentarios, veo que estamos de acuerdo.
Saludicos!
Saludos