LAS AVENTURAS DEL CABALLERO ROLDÁN

El sábado pasado, en lugar de culminar el Pico Peiro (remitirse a la entrada del lunes), decidí acompañar a unas amigas al Salto de Roldán aprovechando el día estupendo que hacía.
Estando allí, una vez más, me ví en el brete de tener que contar la leyenda que da nombre a este singular paraje de la geografía oscense. Y, otra vez más, me di cuenta de mi incultura a este respecto, así que decidí documentarme y escribir esta entrada para deleite e información de quien pueda interesar.
Primero unos datos sobre el Salto Rondán: está ubicado en la Sierra de Guara de Huesca, es visible desde toda la ciudad y está formado por dos moles pétreas excavadas por el río flumen. Estas dos “moles” son la Peña Amán (o Man…, al gusto) y la Peña de San Miguel. Esta última objeto de la excursión del sábado.
Y por fin, la leyenda. La contaré a mi manera y como es una leyenda agregaré los “desbarres” que me plazcan como buena oscense que se precie:
Estando allí, una vez más, me ví en el brete de tener que contar la leyenda que da nombre a este singular paraje de la geografía oscense. Y, otra vez más, me di cuenta de mi incultura a este respecto, así que decidí documentarme y escribir esta entrada para deleite e información de quien pueda interesar.
Primero unos datos sobre el Salto Rondán: está ubicado en la Sierra de Guara de Huesca, es visible desde toda la ciudad y está formado por dos moles pétreas excavadas por el río flumen. Estas dos “moles” son la Peña Amán (o Man…, al gusto) y la Peña de San Miguel. Esta última objeto de la excursión del sábado.
Y por fin, la leyenda. La contaré a mi manera y como es una leyenda agregaré los “desbarres” que me plazcan como buena oscense que se precie:

Tras semejante hazaña, las huellas del caballo quedaron estampadas en el borde de la peña y automáticamente el corcel murió.
Así pues, el caballero se vio obligado a continuar su huida a pié, viéndose nuevamente atrapado en las inmediaciones de Ordesa. Ante su inminente muerte, Roldán lanzó su espada, llamada

Como no me da la gana de que la cosa termine aquí, se me ocurre que seguramente, durante su recorrido, hizo alguna escaramuza amorosa por aquellos parajes pirenaicos. En estas escaramuzas resultaron tres amantes, que tras la noticia de la muerte del galo, se petrificaron y dieron forma a las “Tres Sorores” (Los picos Casco, Marboré y Monte Perdido).
Para terminar, dicen las malas lenguas, que, durante el salto, el caballo dejó caer sus excrementos en el río flumen y que, de este, pasaron al río isuela y de este al cinca, al ebro y finalmente al mar depositándose en la costa del norte de África. Aquí nacieron tres flores: una blanca, otra negra y otra morada que fueron comidas por una yegua que pasaba por ahí. De esta ingesta, la yegua resultó preñada y parió tres potrillos cada uno del color de una flor y fueron tan veloces como el viento del Sahara.
Bueno, el desbarre no ha sido para tanto. Dejo aquí un par de fotos del sábado como prueba de mi última incursión al lugar de los hechos.
Por cierto, no ví las huellas del caballo pero la próxima vez pienso revisar centímetro a centímetro hasta encontrarlas...


Comentarios
No conozco la historia de la bella dona, ni el he subido al Santuario de Lluc ¡que raro!, la próxima vez que vaya por ahí, si me acuerdo, me daré una vuelta.
A ver si te arrancas con una entradita y nos cuentas la historia.
Un saludete!
http://mirrall.blogspot.com/2007/05/lluc.html
Y ya mismo me pongo a escribir sobre la leyenda. Será la entrada de mañana. Igual la cuelgo esta noche mismo...