VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LA VIDA EN TRÍO: la primera salida nocturna.
Mientras voy desalojando el ex - pens - ático (todo son ex ¡que agobio!) me encuentro instalada ya en el hogar materno-paterno.
Ha costado lo suyo encajar todos mis enseres personales en mi antigua habitación a la que le falta como mínimo otro armario, un salón, un estudio, cocina y baño… ¡ains! Que sólo es una habitación. Bueno, me lo tomaré como que me ha tocado un mini pisito de protección oficial con portero y portera. O mejor: estoy en una residencia de estudiantes femenina donde no dejan llevar chicos… ¡si!... ¡a f….ar al parque!.
Al principio la cosa iba sobre lo previsto: mi ropa se lava sola y aparece por arte de magia en mi habitación, la nevera siempre está llena sin tener que pasar por el súper, la cena es a la carta, es decir: “hazte lo que quieras” y los turnos del cuarto de baño están perfectamente establecidos, es decir, mi padre tiene preferencia absoluta ¡y punto!.
Lo que no había previsto es lo de las salidas nocturnas.
Este sábado quedé con una amiga para cenar algo y dar una “vueltecita” (aún no tengo el cuerpo para juergas). Total que la “vueltecita” terminó a las tres de la madrugada. Al regresar a casa con una copita de vino y un par de cervezas en el organismo se produjo una escena que hacía tiempo no vivía: Se abre el ascensor y pienso “estarán dormidos” así que me quito los zapatos y deslizo la llave suavemente en la cerradura, abro y cierro la puerta sigilosamente y sin encender la luz voy avanzando a través del salón hacia el pasillo en cuyo fin ¡alláaaaa a lo lejos! se encuentra mi habitación…, cuando de repente escucho una voz del más allá que me dice “hola, buenas noches, podrías haber avisado ¿no?”. Era mi madre tumbada en el sofá velando mi regreso. Me quedé sin aliento de puro susto y cuando recobré el habla, se encendió la luz y pude ver esa carita angelical (la que sólo tiene mi madre con esos ojos de color indefinido). Nos echamos a reír las dos y retomé mi rumbo a la puerta del fondo del pasillo.
¡Dios! Vuelvo a ser una adolescente con horario de llegada… ¡uuuffff la que me espera!. Tendré que retomar la sana costumbre de escribir notitas y llamar sea la hora que sea.
Ha costado lo suyo encajar todos mis enseres personales en mi antigua habitación a la que le falta como mínimo otro armario, un salón, un estudio, cocina y baño… ¡ains! Que sólo es una habitación. Bueno, me lo tomaré como que me ha tocado un mini pisito de protección oficial con portero y portera. O mejor: estoy en una residencia de estudiantes femenina donde no dejan llevar chicos… ¡si!... ¡a f….ar al parque!.
Al principio la cosa iba sobre lo previsto: mi ropa se lava sola y aparece por arte de magia en mi habitación, la nevera siempre está llena sin tener que pasar por el súper, la cena es a la carta, es decir: “hazte lo que quieras” y los turnos del cuarto de baño están perfectamente establecidos, es decir, mi padre tiene preferencia absoluta ¡y punto!.
Lo que no había previsto es lo de las salidas nocturnas.
Este sábado quedé con una amiga para cenar algo y dar una “vueltecita” (aún no tengo el cuerpo para juergas). Total que la “vueltecita” terminó a las tres de la madrugada. Al regresar a casa con una copita de vino y un par de cervezas en el organismo se produjo una escena que hacía tiempo no vivía: Se abre el ascensor y pienso “estarán dormidos” así que me quito los zapatos y deslizo la llave suavemente en la cerradura, abro y cierro la puerta sigilosamente y sin encender la luz voy avanzando a través del salón hacia el pasillo en cuyo fin ¡alláaaaa a lo lejos! se encuentra mi habitación…, cuando de repente escucho una voz del más allá que me dice “hola, buenas noches, podrías haber avisado ¿no?”. Era mi madre tumbada en el sofá velando mi regreso. Me quedé sin aliento de puro susto y cuando recobré el habla, se encendió la luz y pude ver esa carita angelical (la que sólo tiene mi madre con esos ojos de color indefinido). Nos echamos a reír las dos y retomé mi rumbo a la puerta del fondo del pasillo.
¡Dios! Vuelvo a ser una adolescente con horario de llegada… ¡uuuffff la que me espera!. Tendré que retomar la sana costumbre de escribir notitas y llamar sea la hora que sea.
Comentarios
Y piensa que ella también tendrá que adaptarse a la nueva situación.
Saludines.
Chica, espabila, porque un idiota te haya dejado, no tienes que volver a la tonteria mental, el tonto mental es él. Y estoy seguro que tus padres, son mas listos que tu en este caso. pam pim pum
PEZ: así es mi madre, para ella sus hijos siempre seremos niños. Es una auténtica gallina caponata extendiendo sus alas continuamente alrededor de sus poyuelos. A ella la situación le encanta, no veas la cara de felicidad que tiene... ¡tiene a su hija pequeña bajo su control!.... jejeje! pobrecilla, lo pasa peor que yo.
ANÓNIMO: ¿qué es tontería mental?... en fin...Si se irrita o pierde la paciencia ¿para qué me sigue leyendo?.
Saludicos y que corra el pensamiento! pensaré todo lo que me dé la gana que para algo tengo neuronas!
Besos.
Eso de volver de dar una simple vuelta y tener que decir de donde venias a donde ivas, con quien...
Bueno piesna que solo es una etapa por la que tienes que pasa.
Guna suerteeee
Tu a disfrutar, que demonios!