UN PASEO POR LAS LEYENDAS DE RIGLOS
Las magníficas formaciones de Los Mallos de Riglos despiertan la admiración de cualquiera. Y esta pensadora no es menos.
Varias leyendas existen sobre el lugar. Una de ellas habla de la hazaña de Pedro “el saltamontes”, quien apostó con la gente del pueblo que sería capaz de saltar desde el Mallo Pisón (el más alto de todos), sin sufrir daño alguno. Su única condición fue que la gente se mantuviera alejada de la zona del salto y así, cuando saltó, huyó con su mujer y el dinero de la apuesta. Nunca más se supo de él.
La Virgen de los Mallos tiene fama de esquiva pues, cuando los habitantes del pueblo de Riglos encontraron una talla de madera que la representaba, quisieron alzarle un templo que le albergara. Así lo hicieron pero cada vez que intentaban colocar la talla en su altar, ésta desaparecía para volver a su cueva en los Mallos. Finalmente, tuvieron que sacar también su nicho de piedra y colocarlo en la iglesia. De esta manera, la Virgen nunca se volvió a escapar.
Por la zona habita todavía La Giganta de los Mallos. Una mujer que, por su estatura, asustaba a los habitantes de la zona. Dicen que gracias a ella se formaron los Mallos, pues para esconderse, los erigió ella misma. Así, se mantiene escondida detrás y sólo en la noche de San Juan, se asoma para peinar sus canas mojando el peine en las aguas del río Gállego.
Se dice también que en la Edad Media, la zona estaba habitada por seres malignos que protegían los secretos de estas moles para que nadie pudiera contemplar las perspectivas que sólo ellas ofrecen.
Leyendas aparte, Los Mallos de Riglos constituyen uno de los paisajes más hermosos del prepirineo oscense y, siempre que puedo les visito, ya sea para encaramarme en sus riscos o para pasear por las sendas que los circundan.
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