EL MUNDO EN TECHNICOLOR
“Jo, Pens: yo veo las cosas blancas o negras y tú ves el mundo en colores”.
Aquellas palabras de un buen amigo me hicieron quererme un poco más (si cabe) porque, sí, a mí me gusta ver el mundo en colores.
En psicología, hay una figura que se llama “pensamiento dicotómico”, esto es: ver las cosas en blanco y negro, solamente en sus extremos.
El pensamiento dicotómico es un arma de defensa humana. Cuando no creemos o entendemos nuestro propio potencial, resulta más fácil buscar los extremos para evadir el resto de posibilidades que, en realidad, nos ofrece la vida.
Tener la capacidad o, más bien, la valentía de abrir bien los ojos y observar la amalgama de colores que realmente hay en la vida no es fácil. Es muy difícil e incluso agobiante. Pero lo cierto es que el mundo es mucho más bonito en su esplendor, con sus colores, con su realidad.
Ya he hablado y, posiblemente, seguiré hablando sobre el miedo. El miedo es ese enemigo que tenemos todos oculto dentro y es quien en más de una ocasión nos pide que cerremos la mente y veamos sólo los colores que él nos ofrece: o blanco o negro, sin matices.
Ver el mundo en colores supone abrir un abanico infinito de posibilidades. Dentro de esas posibilidades habrá colores chillones que nos asusten, colores cálidos que nos den seguridad, colores vivos que nos provean alegría y colores oscuros que nos ensombrezcan la vista. Pero todos esos colores son los que conforman el arco iris de la plenitud, de la realidad.
Queridos internautas: imagínense poder disfrutar de la vida en plenitud, poder contemplar el mundo en technicolor… ¿cómo?, sólo les diré que nunca a través del miedo.
Dedicado a mi amigo L.
Aquellas palabras de un buen amigo me hicieron quererme un poco más (si cabe) porque, sí, a mí me gusta ver el mundo en colores.
En psicología, hay una figura que se llama “pensamiento dicotómico”, esto es: ver las cosas en blanco y negro, solamente en sus extremos.
El pensamiento dicotómico es un arma de defensa humana. Cuando no creemos o entendemos nuestro propio potencial, resulta más fácil buscar los extremos para evadir el resto de posibilidades que, en realidad, nos ofrece la vida.
Tener la capacidad o, más bien, la valentía de abrir bien los ojos y observar la amalgama de colores que realmente hay en la vida no es fácil. Es muy difícil e incluso agobiante. Pero lo cierto es que el mundo es mucho más bonito en su esplendor, con sus colores, con su realidad.
Ya he hablado y, posiblemente, seguiré hablando sobre el miedo. El miedo es ese enemigo que tenemos todos oculto dentro y es quien en más de una ocasión nos pide que cerremos la mente y veamos sólo los colores que él nos ofrece: o blanco o negro, sin matices.
Ver el mundo en colores supone abrir un abanico infinito de posibilidades. Dentro de esas posibilidades habrá colores chillones que nos asusten, colores cálidos que nos den seguridad, colores vivos que nos provean alegría y colores oscuros que nos ensombrezcan la vista. Pero todos esos colores son los que conforman el arco iris de la plenitud, de la realidad.
Queridos internautas: imagínense poder disfrutar de la vida en plenitud, poder contemplar el mundo en technicolor… ¿cómo?, sólo les diré que nunca a través del miedo.
Dedicado a mi amigo L.
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Elctra.